Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 25 de enero de 2009

ELLOS NO LAS MALTRATABAN..., LOS DE ATAPUERCA.

Echando pie a tierra ante la Trinchera del ferrocarril
, tras 640 kilometros, saliendo desde la Sierra Calderona,

en Valencia, hasta la Sierra de Atapuerca en Burgos,

atravesando Cuenca, Guadalajara y Soria...,

en solitario y a lomos de mi antigua Massi ZX-II.

Si no recuerdo mal, allá por los primeros meses de 2006, el teólogo Girones publicaba un

escrito en el que de alguna manera, justificaba el bofetón puntual o el manotazo sobre una mujer..., algo así como medida preventiva o como reacción irrefrenable ante las provocaciones de ellas, tanto de palabra como de actitud. No tardaron en lloverle las críticas, las réplicas más o menos encarnizadas y una de estas opiniones llegó desde la columna de José Antonio Burriel, no la recuerdo bien, pero si recuerdo que en algún momento se refería a “los de Atapuerca” de manera peyorativa, í como poniéndolos como el ejemplo del maltrato primigenio hacia las mujeres...,o así lo entendí yo, la verdad es que debería releer aquel artículo, pero no lo tengo a la vista, pero también es interesante mostrar aquella carta que envié y que realmente no se si se llegó a publicar.

Recuerdo que me sentí molesto ante aquella comparación, la encontré tan facilona, tan descuidada y tan típica..., y le habría dicho mas cosas, como por ejemplo que en las cuevas de la Sierra burgalesa de Atapuerca, que en sus hoquedades, que en sus abrigos y que en sus tierras, habitaron, vivieron y dejaron sus huellas..., homo antecessor, hace más de 1.000.000 de años, pasando por los homo heidelbergensis, hace unos 500.000. Neardental también ocupó esta serranía, no lo sabían, pero se instalaban en los mismos parajes en los que evolucionaron sus ancestros directos, los poderosos heidelbergensis que he nombrado antes. Eran unos humanos altos y recios, rocosos, armados con enormes lanzas de madera. Posiblemente ya eran capaces de disputarse las presas entre linces, entre osos cavernarios, entre lobos, entre leones..., no eran desde luego frágiles y delicados..., pero si recuerdo que estos hominidos protagonizarían un hecho emocionante, algo que ha levantado polémicas, puntos de vista encontrados y que curiosamente ha pasado desapercibido para el gran público, pero no para los aficionados como yo a la prehistoria, aunque sea de oídas.

La Sierra de Atapuerca esconde un sistema karstico que favoreció la aparición de cuevas, de agujeros, de sifones..., y de simas, aberturas que alcanzaban la superficie con distintos diámetros o formas, una de estas trampas naturales es conocida como la Sima de los Huesos y en ella se produjo un descubrimiento trascendental..., pero ya unos años antes, en esa misma Sierra de Atapuerca, en la que también habían dejado sus improntas los modernos cromañones, las legiones romanas, los mismos árabes y ya algo mas cercano a nuestros tiempos, a mediados de los años setenta..., un joven estudiante y especialista en los extintos osos cavernarios, llamado Trino Torres, exploraba esa conocida sima, buscaba dientes de oso, colmillos...para completar su tesis. No era el primero que descendía a aquella cueva, muchos jóvenes lo habían hecho antes buscando aventuras y esos mismos colmillos, ya famosos en la comarca. Ese día se llevó casa un diente hallado entre los lodos, entre las arcillas, entre los sedimentos de aquella cueva oscura y húmeda. El profesor Emiliano Torres, dirigía su tesis, cuando examinó aquel diente debió de sentir algo muy especial, algo que solamente el podría describir..., aquel diente era humano..., y ese fue el inicio de la investigación, de las excavaciones, de los extraordinarios descubrimientos que se realizarían en la Trinchera del Ferrocarril de la Sierra de Atapuerca y que continúan en la actualidad..., años mas tarde, en esa misma Sima de los Huesos se descubrirían centenares de fósiles de carnívoros de la época, osos, leones, linces, zorros..., junto con los restos de casi una treintena de individuos pertenecientes a Homo heidelbergensis, sin rastros de canibalismo, sin lesiones mortales..., la información era extraordinaria, sin embargo no aparecían restos de herbívoros ni herramientas de piedra, cosa rara..., hasta que de entre ese barro varias meces milenario asomó algo que no era de hueso..., una hermosa pieza lítica, un bifáz con vetas rojizas, exquisitamente tallado y que jamás fue usado..., la bautizaron como Excalibur y yo la pude ver tras una vitrina de vidrio en una exposición realizada en el museo de Prehistoria de Valencia, hace unos años, fui solo, como no podía ser de otra manera, me emocioné como siempre y deambulé conmovido por entre las salas, atendiendo a las explicaciones de las pantallas y con la piel erizada.

La aparición de esa herramienta lítica, única en toda la sima, fue el hecho extraordinario al que me refería unos párrafos antes. Los investigadores del fértil yacimiento han teorizado sobre la presencia de esa pieza prodigiosa..., joder y la han tenido en la mano, aquí los celos me corroen y aprieto los dientes, desearía tanto poder tenerla en las mías durante unos segundos, tan solo..., han reflexionado han llegado a pronunciar la palabra entre susurros..., podría tratarse de la primera ofrenda funeraria de la historia de la humanidad, el primer acto que revelaría una consciencia de nosotros mismos, pues unos 300.000 años antes de la aparición de homo sapiens, del Gran Dios, de la creación suprema de la naturaleza. Alguien talló ese hacha de mano eligiendo una cuarcita especialmente bella, dedicó tiempo a buscar en las canteras y mas tiempo en tallarla, energía y material lítico, imprescindible para sus vidas..., todo ese esfuerzo para arrojarlo a esa pira, a ese posible enterramiento múltiple, a esa peculiar y enigmática acumulación voluntaria de cuerpos sin vida.

Sinceramente, creo que jamás se sabrá que ocurrió en los alrededores de la Sima de los Huesos, hace medio millón de años, los hechos extraordinarios que acaecieron allí, en la Sierra de Atapuerca y que vuelven a emocionarme, a conmoverme...,quedarán sin aclarar, sin resolver. Los antropólogos y los equipos multidisciplinares que trabajan allí nos irán arrojando luz, nos irán sugiriendo que pudo ocurrir, pero la verdad quedará allí enterrada o en los almacenes de los museos, de los laboratorios..., hasta que alguien invente la máquina del tiempo.

Antes de escribir estas líneas estuve charlando telefónicamente con Patricia, siempre es así, nunca nos vemos..., pero bueno, es lo que hay. Ella bromea sobre mi visión idílica de la prehistoria y mantiene que la violencia contra las mujeres viene de lejos, de muy atrás. Yo le doy la razón, está claro que en momentos difíciles, sobre todo durante la obtención de alimentos. Los machos harían valer su mayor fuerza, su mayor envergadura, ese dimorfismo sexual característico de los hominidos..., pero lo que tengo muy claro es que la violencia de género tal cual la conocemos hoy en día, es un fenómeno propio del sapiens actual y que desde luego no tiene solución.

Tengo el convencimiento de que al gobierno, al estado en si mismo le importan poco esas 70 mujeres asesinadas durante el año pasado, pese a la creación del Ministerio de Igualdad y pese a la creación de cuerpos de seguridad específicos, pese a los juzgados especializados..., sigo creyendo que todo es una cortina de humo, se siguen dictando sentencias realmente vejatorias de cara a la mujer y nuestras cárceles están masificadas, muy por encima de sus capacidades nominales, nuestras penas por asesinatos son verdaderamente anómalas, es preferible matar a cinco mujeres que a una sola, los años son los mismos. El sistema penitenciario está colapsado, el estado es consciente y los jueces saben que no pueden andar encarcelando a todos los hombres que atizan a sus mujeres, a sus novias o a sus queridas. Ciertamente siempre se ha hecho ¿no? y como diría Girones, muchas veces ellas provocan demasiado y mira, al final se va la mano.

El maltrato es algo profundamente arraigado en la mente del macho, ligado al sentido de la posesión absoluta, del dominio total..., es algo “encallecido” en el cerebro del maltratador, personas irrecuperables y peligrosas. Es demasiado tarde para someterles a un tratamiento de reeducación o de modificación de conductas, ellos saben que el camino más corto y fácil para obtener sus deseos de cara a una mujer es someterla a golpes y creen firmemente en esas medidas, son las únicas que caben en sus mentes distorsionadas desde una temprana edad..., los últimos estudios en neurociencia dicen que a partir de los cinco años de edad, ya quedan casi fijados nuestros futuros patrones de comportamiento y comprensión, de asimilación del entorno. Y si esas investigaciones están en lo cierto aún me siento más afligido, porque entonces veo claro que nos espera una sociedad peor de la que vivimos en la actualidad.

La educación materno-paterna es algo en recesión, esa fase de aprendizaje y formación esencial en el futuro de cualquier persona, ha quedado relegada a las guarderías y a las canguros, a las abuelas y a los abuelos..., la calidez de la madre, el calor de su pecho, de su regazo, la suavidad de sus manos, el ronroneo de su voz acunándonos..., su presencia permanente durante todas las horas del día, los paseos con ella, cogidos bien apretados a su mano y acompañándola de compras, al pediatra y el primer día de colegio, unos cuatro años después de nuestro nacimiento..., esa separación casi traumática, pero soportable porque ella nos habría educado con su cariño y su ternura...,joder, recuerdo el primer día de la EGB, el primer día de clase en el colegio Nuestra Señora de Fátima. Estábamos todos allí, en el patio del recreo, centenares de niños desconocidos, yo bien apretado a mi madre y sujetando el bocadillo de queso bañado en aceite contra mi pecho, lo había hecho ella con todo su cariño, en casa y con el pan recién comprado del horno a leña que cocía en mi calle de Valencia, en la calle Goya. Un hombre se encaramó sobre la escalera, empezó a hablar en voz alta y solo recuerdo que dijo que allí se prohibían los bocadillos porque muchos de los estudiantes los tiraban al water enteros y terminaban atascándolos. Recuerdo que tuve que comérmelo en ese mismo momento...,me supo extraño, aquel bocadillo a las nueve de la mañana del primer día en aquel colegio en el que estudiaría hasta 3º de BUP.

Hoy en día, los bebes son colocados en las sillitas traseras de los coches y a eso de las siete de la mañana los descargan en las guarderías, quedan allí solos, confundidos, desconcertados, rodeados de olores extraños y de otros niños y niñas..., se preguntan donde está esa otra mujer, esa que le da calor, se preguntan donde está ese otro hombre y lloran, lloran, lloran..., sus frágiles y receptivos cerebros sufren ya sus primeras agresiones, pero nadie se da cuenta, nadie lo cree. Solo son los llantos del primer día, no pasa nada, se acostumbrarán.

CARTAS AL DIRECTOR.

LOS DE ATAPUERCA.

Leí con gozo el artículo de José-Antonio Burriel, cargaba con brillantez y contundencia, sin medias tintas y sin ambigüedades contra las misóginas teorías del teólogo Gironés. Pero me entristeció cuando comparó la actitud desquiciada y déspota del religioso con la que debieron mantener los pobladores de la sierra de Atapuerca, hace 700.000 años con sus compañeras. Hace tres años, cuando los glaciares se fundían en Europa inicié un viaje sobre mi bici de montaña, desde la sierra Calderona hasta la sierra de Atapuerca, en solitario y con ánimo de encontrarme con mis ancestros. Alcancé tierras burgalesas y recreé en mi mente excitada como vivieron esos dignos predecesores, les vi protagonizando las primeras honras fúnebres en la Sima de los Huesos, les vi dando de comer a viejos desdentados o a jóvenes con flemones brutales, les vi compartir junto a las mujeres los duros retos a los que la naturaleza les sometía, les vi fascinados con los partos de ellas,¡las consideraban diosas!..., y hoy por hoy, para Gironés son auténticos demonios de lenguas bífidas, ellas, las mujeres. Traté de visualizar su día a día y no vi malos tratos, vi una supervivencia épica, digna y conmovedora, de hecho suelo llorar cuando los evoco o cuando proclamo que me siento hijo de la Tierra y heredero directo de sus heroicos actos. Antecessor, heidelbergensis, neardental..., lograron evolucionar gracias a la cooperación y al apoyo ante la exigente naturaleza que los parió. El maltrato de las mujeres es patrimonio exclusivo de de ese Homo Sapiens que es capaz de recoger muestras de la cola de un cometa, pero que no logra educar a sus hijos en un seno de humildad y de respeto profundo hacia todo lo que nos rodea, hacia las personas, hacia los animales y hacia esos parajes naturales heredados de nuestros ancestros.





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