Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

jueves, 15 de marzo de 2012

ESCAPANDO DEL CAOS Y DEL RUIDO INFERNAl, en "Diario de Homo"


Después de comer hemos salido de Valencia mi madre y yo, atrás ha quedado esa ciudad envuelta en el estruendo de la pólvora y en el vocerío que quienes durante casi un mes se sienten dueños y señores de las calles. Atrás queda el bullicio molesto, las calles cortadas y los atascos demenciales.

Conduzco con calma y con madre a mi lado, sus comentarios son cada vez mas inconexos y siempre repetitivos. La demencia avanza lentamente.

Llegamos a las Tierras Altas y antes de salir con la manada, reparto las vituallas y le preparo un café, también he comprado unos cuantos croissant y la dejo viendo los programas del corazón.

Unos minutos después ya paseo en medio de un silencio agradable y acogedor, bajo un sol que despierta las flores y que hace que la sabia ascienda hasta los extremos más finos de las ramas dormidas.

Norton, Mía, Cecil y Piper corren y rastrean, olfatean y de vez en cuando Mía lanza su ladrido nervioso y rápido, en ese momento el galgo mestizo arranca dando saltos entre las matas de esparto y los pequeños pincher le siguen entre graciosos gruñidos.

Camino sobre una tierra suelta, casi arena y tan suelta que es capaz de reflejar cualquier huella, incluso las que dejé la semana pasada. Me sorprende que sea tan previsible y vuelva literalmente sobre mis pasos y entre los de algunas aves. Me siento agasajado observando las sutiles improntas, puede que de alguna abubilla o de las revoltosas urracas. Me sorprende esa actitud mia de no salir de mis entornos habituales, de mis rutinas, de mis sendas..., incluso a veces creo que sería capaz de vivir en el jardín de una rotonda.

Los pierdo de vista una y otra vez y sonrío satisfecho y relajado cuando les veo adentrarse en el herbazal.









Los tonos apagados y las gramíneas muertas camuflan las idas y venidas de los perros. En el centro del prado reseco se acumulan restos de algunas podas y la manada le da vueltas y mas vueltas, incluso Cecil llega a adentrarse entre el ramaje y gruñe y ladra como si se hubiese encarado con la guarida de algún conejo o de alguna rata de campo.

Sigo con el paseo y me voy encontrado con los gamones empezando a espigar y con los tomillos espesos y floridos, junto a ellos, los tiernos brotes de la uva de pastor, esa planta capaz de mitigar la acidez de estómago, la inflamación bucal o de aliviar las picaduras de insectos. Medicinas naturales ante mis ojos, romeros capaces de aliviar las vías respiratorias, arbustos de espino con propiedades cardiotónicas y algunas matas de hipérico, un antidepresivo que nos ofrece la naturaleza, así sin mas.

Me siento mejor y me cruzo con una rehala de podencas andaluzas, charlo un rato con los cazadores, deben ser padre e hijo y se fijan en Norton. Cecil y Piper tratan de montar a una de las podencas y los hombres se ríen. Nos despedimos y vuelvo a pasear a solas, con la manada y con una Sierra Calderona que recibe los últimos rayos de sol en sus cimas, algo turbias, dejando sus tonos azules y volviéndose algo anaranjadas, unos minutos antes de fundirse con la noche.

4 comentarios:

Tapestry Workerman dijo...

Hola Pedro.
Entiendo la huida de la pólvora, las veces que he disfrutado de estas fechas en tu tierra, aún disfrutándolo cual primerizo, siempre me he preguntado como durante tantos días (y toda una vida) se puede soportar el incesante petardeo, supongo que mamándolo desde crío te inmunizas para poder conciliar el sueño... o escapando de la city.
...Y no vuelves en todo el mes? ;)
Un abrazo Pedro.

Pedro Bonache dijo...

Tapestry..., es que llega un momento en que todo se junta, las calles cortadas, el ruido, la mala educación, la tirania de los falleros, su despotismo.
Yo me retiro a las Tierras Altas, me bajaré el martes y todo habrá vuelto a la normalidad.
Un abrazo Tapestry...., de alguien que esta disfrutando de la calma y el sol de la naturaleza, tan solo eso.

Antònia dijo...

Yo, como tú, Pedro comparto ese amor por la naturaleza. Plantas, animales, vida que lo conquista todo.
Me ha encantado esa frase: a veces creo que sería capaz de vivir en el jardín de una rotonda. Creo que hoy yo estaría mucho más tranquila en esa rotonda que en mitad de esa voránige festera de la que tú has huido, pero me recuerdo el proverbio: la paciencia es un árbol de raices amargas, pero sus frutos son dulces. Aún así, vaya por delante mi sana envidia por tu oasis de paz allá entre matas de esparto, vuelos de urracas y carreras de felices cuadrúpedos caninos.

Pedro Bonache dijo...

Antonia, y de los cuadrúpedos no caninos, los conejos corren como rayos, je, je, je. Hoy un gazapo se ha quedado plantado ente Cecil, subia y bajaba las largas orejas, pero cuando Cecil se ha acercado un poco mas...., zasssss..... y ha desaparecido.