Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 5 de mayo de 2012

LA COLLERA DE LOS GALGOS MALDITOS.


Alberto miró hacia ese mismo lado y no vio a nadie, tan solo volvió a encontrarse con aquella inmensidad, con aquellos espacios en los que de vez en cuando surgía algún montón de piedras, algún majano grisáceo o las cuadriculas de parcelas en barbecho, solitarias o siendo roturadas por tractores que siempre surgían en la distancia, en la lejanía y envueltos por el polvo de esa misma tierra y con el agricultor encerrado en la cabina de cristal, contemplando el campo, las pajas segadas casi a ras de aquella tierra áspera y sonriendo cuando alguna liebre saltaba nerviosa ante el estruendo del tractor desgarrando y volteando la tierra.

A veces levantaba la vista y a través de los sucios cristales, miraba a su alrededor, veía lo mismo de siempre…, la meseta, el llano, los amplios páramos y a veces, sobre todo durante aquel verano de los robos de galgos, a aquellos niños que siempre andaban rodeados de esos galgos que nadie quería, todos ellos bardinos, atigrados, como hijos de la meseta. Incluso a veces los confundía con los mismos campos y le parecía ver solo a los lebreles, los niños se mimetizaban entre aquella collera que nadie quería.

Alberto sonrió, buscó a aquella collera de malditos, buscó a los niños y se encontró de nuevo con la mirada de Alejandra, con su sonrisa.

- ¿Todo bien, cariño? –preguntó ella.

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