Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

miércoles, 9 de mayo de 2012

GALGAS ENGALGANDO, TRAS LA LIEBRE, TRAS LA RABONA.


La liebre se alejaba del ranero y corría encarrilada, recta y con las galgas detrás, con Tirma muy cerca de ella, casi encima, mientras Tralla corría abriéndose ligeramente a derechas, esperando que la rabona volviese a quebrar hacia ese lado, pero la liebre viró a izquierdas, Tirma giró hacia ese lado, pero volviendo a resbalar, volviendo a rasgar con sus uñas la corteza áspera y reseca de la meseta, volviendo a gruñir y a levantar una nube de polvo de entre la que surgió Tralla con la boca abierta, mostrando sus mandíbulas y con todos sus músculos repletos de sangre, hinchados, tirando de la piel, de ese manto bardino, dando vida a todos esos tatuajes que las espigas dibujaron sobre su piel, entre marrones y negros. Pero las vetas, las trazas grises y negras de Tirma volvieron a cobrar vida igual que los dibujos de Tralla. El pecho de la galga se llenó de aire y las pulsaciones del corazón se transmitieron a unas patas que volaron sobre el páramo, mientras el viento arrancaba de sus belfos hilos de saliva que se enredaban en la trufa o entre sus flancos.

Las dos perras casi formaban una sola imagen, la liebre apenas si se veía, era algo que bailaba al final de esos largos hocicos que cortaban el viento, que abrían una brecha en la atmósfera recalentada de la llanura por la que escurrían esos cuerpos que tan solo eran huesos, músculo y piel. Huesos elásticos, flexibles que se reviraron cuando la rabona rompió a derechas y enfiló de nuevo hacia los almendros. Los músculos de Tirma y Tralla se retorcieron, se contrajeron y volvieron a extenderse en esas zancadas que poco a poco volvieron a acercarlas a la silueta fugaz de la liebre.

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