Quizás cueste de creer..., pero muchas tardes, cuando salía del colegio me quedaba como hipnotizado ante las gruesas varillas de acero al rojo vivo que surgían del horno, de un color anaranjado vivo que parecía oscilar en la penumbra de la fundición, después se combaba cuando los operarios lo sujetaban con las enormes tenazas y tiraban de él..., yo vivía junto a una fundición y ya han pasado 43 años desde que nací en este mismo barrio, en esta misma calle. La empresa de hierros ya no existe, tampoco la fabrica de vidrio, ni el enorme transformador, tampoco los campos, las huertas, los solares donde solía cazar lagartijas con mis manos..., ahora revivo mentalmente aquella infancia, aquella juventud y en la distancia del tiempo transcurrido soy capaz de distinguir algunos cambios en mi vida y en la sociedad, en la dinámica de lo diario, cambios en mi forma de pensar y reaccionar..., aunque básicamente sigo haciendo lo mismo, como bajar a correr al viejo cauce del río Turia. Recuerdo que de niño aquello era como la Tierra Prohibida, solo los gitanos o mis amigos mas rebeldes y valientes bajaban a allí a jugar.
Pero fue un poco mas tarde cuando perdí aquel miedo, rondando los 20 años cuando empecé a correr por el viejo cauce, que estaba y está a menos de dos minutos andando desde mi casa..., desde entonces no lo he dejado de hacer y he visto año tras año como cambiaba. Lo alterno con la bicicleta, por ejemplo cuando llueve algún sábado o domingo, pues me pongo las zapatillas y corro por un cauce totalmente cambiado. Ya no pasa agua, aquel reguero maloliente y oscuro fue desviado y por donde discurría entre cañares y vegetación de ribera degradada y salvaje..., crecen ahora pinos piñoneros, chopos, falsas pimientas, acacias, sauces, palmeras, cipreses. Las orillas se han cubierto de césped, de praderas atravesadas por caminos y sendas por los que pasear o trotar, a veces bajo el sol y otras a las sombras del pinar que agradezco en verano y disfrutando de una calma privilegiada bajo los altísimos pretiles entre los que desaguó la última riada que inundó la ciudad.
El viejo cauce se ha convertido en un alargado pulmón oxigenante repleto de arboledas y de pistas deportivas, hay una pista de patinaje, un campo de béisbol, canchas de baloncesto, campos de fútbol..., todo él viejo cauce transformado por homo, es una ruta para corredores y ciclistas de ciudad, para caminantes, para paseantes y para ancianos y ancianas que suelen moverse tranquilamente bajo el sol..., ese sol que en invierno busco desesperado y que este año he encontrado. Ya cansado de salir a correr entre semana a eso de las siete y media de la tarde, a oscuras y con la humedad emanando de lo mas profundo del cauce, como fantasmas acuosos que surgen de entre los lodos milenarios, que este mismo río arrastró desde las serranías cercanas y que iría formando siglos tras siglos, las fértiles tierras de las huertas valencianas, los mismos barros que enterraron las antiguas ciudades romanas y árabes.
La foto de arrriba fue tomada por mi padre en la riada del 57,
abajo, el mismo encuandre mas de 50 años despues..., el volumen
de agua era terrrorifico...
El mismo pretil, de nuevo un encuadre similar..., un auténtico
mar de lodos caido desde las montañas..., y mi padre tirando
fotos.
Pero ese horario invernal también ha cambiado, así lo he decidido por mi salud, ahora suelo cerrar la carpintería eso de las doce y media de la mañana. Me pongo las zapatillas y bajo al río a correr mis 30 minutitos, me llena de alegría sentir ese sol en mis mejillas, poder disfrutar del césped de del parque, de sus pinos, de la gravilla sobre la que pisan mis suelas, disfrutar de los trinos de los estorninos o de las carrerillas a pie de los mirlos. Me gusta disfrutar de la luz y de lo que puedo ver, de la misma capacidad para trotar a ritmo sosegado, relajado, ensimismado..., tanto, que una vez pasé cuatro veces junto al banquito donde una amiga leía, gozando como yo de ese sol regalado en mitad de un gélido invierno..., y ni la vi, lo peor es que es una amiga de esas que te quitan el hipo y el sueño..., cuya belleza me trastornó hace unos años. Mas tarde ella me envió un sms diciéndome eso, que había pasado junto a ella sin verla..., y que yo corría absorto, ajeno a todo, a un ritmo medido y tranquilo..., salvo cuando paso bajo uno de los puentes que pasan de orilla a orilla de la ciudad, entonces recuerdo aquella imagen de cuando corría por las tardes oscuras y frías, que recuerdo vívida y fresca, la de un muchacho negro, con el que me crucé varias veces, justo bajo los basamentos de uno de los muchos puentes que cruzan el cauce. El chico vivía allí, o mejor dicho dormía entre la estructura y los pilares, en un hueco entre las enormes placas de hormigón, a varios metros de altura por encima del suelo. Una vez lo vi desaparecer allí arriba, después de trepar ágilmente..., no se que habrá sido de ese muchacho, pero desde luego no era el único que vivía en el río. Hasta hace poco otra colonia dormía y comía bajo ese mismo puente, a pocos metros de uno de los centros comerciales mas concurridos de la ciudad..., muchos de ellos eran africanos reenviados desde las islas Canarias, en avión y abandonados a su suerte en la ciudad, sin conocer el idioma, altos y espigados, con la piel oscura y los cabellos recios, con sus pies encallecidos de pisar sobre la tierra africana..., y solos en medio del asfalto, de los edificios, del tráfico. En medio de una sociedad tan distinta a la de ellos..., en medio de una sociedad en la que el trueque no sirve para comer y en la que prácticamente hay que pagar por todo..., incluso por rebuscar en la basura en busca de comida o de algo que poder revender, de algo que poder usar. Esto me lo ha comentado mi amiga Inma, que como todas las mañanas, a eso de las ocho y media ha pasado a visitarme con su husky Siro, hoy me he bajado a Cecil, el pinsher de mi hermana y se lo han pasado pipa correteando por la carpintería.
Mientras, ella me contaba lo del el ultimo edicto del ayuntamiento de Madrid, que pretende multar con 700 euros a todo aquel que ande abriendo los contenedores en busca de..., pues de la comida que el propio estado, que el propio Madrid..., no les garantiza. El alcalde tampoco parece reflexionar sobre la dignidad de la que se desprenden esas personas con tal de llegar a casa con el blister de un pollo caducado, con un manojo de lechugas mustias, con unos cuantos tomates reventados...,ya ni carroñear nos deja el estado.
Pero estaba hablando de eso africanos que los organismos oficiales se encargan de desperdigar por todas las ciudades, para que no abulten y no causen alarma social. Los que yo veo por mi calle, por mi barrio, terminan finalmente regresando al viejo cauce..., bueno realmente, ya nos es así. El ayuntamiento disolvió ese asentamiento humano, no resultaba vistoso en una ciudad volcada en los acontecimientos deportivos para millonarios o en los conciertos de ópera. Acabó con el campamento pero desde luego no resolvió el problema, pero imagino que alguno de ellos aún regresará al viejo cauce con una bolsa de comida proporcionada desde la Beneficencia, es posible que salude a alguna de esas personas piadosas que suelen bajarles comida o mantas, esas que ahora mismo están a punto de convertirse en delincuentes si se aprueba la nueva ley propuesta por el ejecutivo socialista. Ese inmigrante de color se encontrará con alguno de sus compatriotas y fumará algún cigarro. Imagino que esperará el día siguiente mientras se acurruca bajo los pilares, mientras escucha el rumor del tráfico y distingue el resplandor del centro comercial a menos de trescientos metros. Imagino que antes de dormirse pensará en sus poblados, en sus gentes, en sus padres..., que reunieron todo el dinero que pudieron, es posible que después de ahorrar durante años, para que él, el más aventajado de la familia, pudiese viajar a ese otro mundo en busca del trabajo, de futuro, de bienestar. Pero también imagino que se sentirá a salvo, pese a la extrañeza del nuevo entorno ruidoso y casi hostil, artificial y deshumanizado. Alguno de sus compañeros ya habrá sido atendidos por los servicios sanitarios y habrán sido capaces de observar que por aquí no hay bandas tribales armadas patrullando sus aldeas y pueblos con polvorientos todoterrenos cargados de milicianos. Aquí pueden dormir arropados con cartones o con mantas, olvidados por la administración encargada de montar la Copa America o la Formula 1 urbana..., pero seguros, a salvo, quizás eso es lo único que la sociedad hace o puede hacer, dejarles vivir entre nosotros como deshechos del sistema. Ellos están ahí bajo, en el río..., aunque el siguiente paso es encontrar un “Piso Patera” en el que hacinarse con otra veintena de compatriotas o esperar a que algún empresario los suba en una furgoneta para trabajar de sol a sol. Es el final de la mayoría de estos hijos de la Eva Negra, que de alguna manera tratan de imitar esa gran migración que abandonó África hace unos 200.000 años, aquellos antepasados si lograron ocupar tierras, desplazar a los que las habitaban, lograron adaptarse a climas distintos, a otros entornos. No dejaron de moverse y colonizaron todo el planeta..., pero ellos, sus descendientes directos, están condenados a desangrarse en eternas guerras alimentadas desde occidente, en sangrientos conflictos locales, están condenados a infectarse por siempre por el SIDA, por el ébola, por el cólera..., el continente Madre herido de muerte, agonizante y abandonado a su suerte.
Pero hay otros inmigrantes que no bajan al río para dormir o para guarecerse entre las estructuras de los puentes..., suelen ser las tardes soleadas de los sábados y los domingos cuando muchos sudamericanos bajan con sus familias, con sus pequeñajos de pelos negros y ojos con pupilas de azabache..., a relajarse sobre el césped, a disfrutar del día festivo y a jugar al fútbol con sus retoños. A veces, mientras paso junto a ellos corriendo, escucho sus conversaciones y las risas de los niños, les veo jugando a la pelota en campitos improvisados sobre el pasto, disfrutando, pasándolo bien..., y eso me hace sonreír, esas personas salieron de su país por necesidad, casi me atrevería a decir que empujados por el hambre y la desesperación ante la ausencia absoluta de futuro para ellos y para su descendencia. Y aquí, van progresando, sus hijos reciben una educación gratuita, el estado les concede becas y ayudas económicas..., algo que encrespa el ánimo de algunas madres de aquí, que ven como a ellas se las niegan. A veces habló con ellas y me confiesan su hartazgo ante tanto extranjero en las aulas, ante tanta diversidad étnica y religiosa..., unas circunstancias que no hacen mas que entorpecer las clases y sembrar polémicas y tensiones entre padres y profesorado. Pero estas madres españolas no van mas allá de esa queja en voz baja, siguen llevando a sus hijos al colegio..., y eso me tranquiliza. Todas las mañanas veo a esos chiquillos y chiquillas bajar por mi calle hacia el colegio, con la piel oscura o más clara, de la mano de latinas o de españolas..., unas horas después escucho el griterío de los pequeñajos cuando salen al recreo y a través de la reja veo un montón de criaturas en continuo movimiento, corriendo, riendo, llorando, tragándose mocos, cayéndose al suelo, gritando de alegría..., una masa humana dinámica y mimetizada, una mezcla de etnias y culturas que de alguna forma anuncia el futuro próximo de las sociedades del primer mundo.
La inmigración, el flujo de poblaciones en busca de comida, de trabajo, de dignidad, de estudios..., desde países empobrecidos y saqueados por las administraciones públicas corruptas o por las multinacionales extranjeras..., es ya una realidad, es un reto mas importante y trascendente que el tan traído y llevado Cambio Climático de Al Gore. Tengo claro que el hambre en el mundo, la miseria y la insalubridad se van a seguir cebando en los países llamados pobres. Las economías saneadas no van a hacer demasiado, posiblemente jamás se ruede “NO HUNGER” o si se hace será por encargo. Por eso creo que el gran reto va a ser como asimilar a esas poblaciones desplazadas o como rechazarlas..., estamos viendo como se aprueban leyes contra la inmigración ilegal en Italia y aquí mismo, talante incluido..., aunque es curiosa esa denominación “inmigración ilegal”, ¿es ilegal que una persona salga de su territorio buscando comida, buscando un futuro normal y corriente para el y sus hijos, que escape de un país en el que su vida no vale nada...?, ¿eso es ilegal...?
Veo un futuro en el que los estados no podrán detener esa marcha en busca de los derechos fundamentales de las personas, veo ciudades multiétnicas y a organizaciones no gubernamentales tomando las riendas de la realidad social a pie de calle, veo a niños que asistirán a clase con los hijos de los inmigrantes, que crecerán junto a ellos y que es posible que en un futuro abordarán esta catástrofe humana con otros ojos y otras convicciones. Harán falta nuevas visiones, ideas brillantes y mayor plasticidad cerebral..., algo de lo que nuestros políticos actuales carecen, ellos ya tienen bastante con las luchas por el poder, por perpetuar sus dinastías en los órganos influyentes. Para ellos la inmigración no es una cuestión humana y tampoco necesita de brillantez de ideas, se soluciona cerrando las fronteras y pidiendo la documentación a todo “negrata” “moro” o “sudaca” que se vea por la calle, unas cuantas redadas y la ciudad esta lista para recibir al Ecclestone o al mismísimo Papa..., y sigo corriendo aquí, en el viejo cauce del Turia, un miércoles por la mañana, sintiéndome un privilegiado por poder trotar bajo el sol, por poder escuchar los arrullos de las tórtolas, por poder aspirar el aroma de este jardín silencioso y placido, solitario y por poder evadirme de la realidad que bulle ahí arriba, por encima de los altos muros de sillares que encajonaron parte de la riada del 57 y que ahora mismo parecen guarecerme en mi escapada..., paso junto al banquito en el que suele leer y relajarse mi amiga Mariangeles y no la encuentro..., sigo corriendo, con calma, sin prisas.
Es uno mas de los que bajan a correr al viejo cauce, no demasiado deprisa, con los brazos bajos y la zancada rasa, con el semblante como serio, ausente, abstraído. A veces desaparece bajo la sombra de los pinos y luego vuelve a aparecer al sol, buscando la tierra, las senditas..., alguien me habrá visto, todos nos cruzamos en algún momento pero ellos no pueden saber que me da miedo volver ahí arriba, me da miedo la complejísima sociedad que homo está tejiendo a su alrededor, siento que la información me desborda y siento que cada vez nos alejamos de nuestro auténtico linaje, de nuestra relación con la naturaleza y sus ritmos..., hace ya tiempo que me ronda una idea, pero debo esperar a que mis padres inicien el “Viaje”, después tomaré alguna decisión, se que me volveré hacia otra forma de vivir el día a día, es posible que deje de ver los telediarios o de echar vistazos a los titulares de prensa, no se si dejaré esto de la Red, a mi prehistórico blog..., pero deseo una vuelta hacia lo esencial, hacia la calma, hacia la comprensión de la existencia que me pueda quedar por vivir, no deseo terminar mi vida rodeado de hormigón, de asfalto, de edificios y de malas noticias, de hipocresía, de mentiras, de falacias..., ¿realmente me hace falta tanta información...?, ¿me hace falta saber y ser consciente de todas las barbaridades, de todas las injusticias y de todas las miserias que asolan muchos de los rincones de este planeta único...?, ¿realmente puedo procesar toda esa información sin terminar desquiciado y sin sentirme impotente o culpable...?, creo que no, creo que podría vivir de una forma mas ancestral, mas natural, mas íntima.
En la meseta castellana los galgos corren, no parecen tener horizontes..., corren tras la liebre..., yo no deseo correr, solo deseo andar, sabiendo cuanto menos mejor..., y si puede ser, con algún galgo salvado de la horca acompañándome junto a Norton y a Mia, con los horizontes por delante y sin pagar las abusivas facturas mensuales de la electricidad.
3 comentarios:
Pasaba por aqui y paré a saludarte!!
Besotes y hasta pronto.
Mi ciclista admirada..., yo siempre paso por "la cabra...",pero eres tan prolifica escribiendo que no me da tiempo a comentarte a la misma velocidad...,yo también te envio un besote..., bueno,mejor varios.
que intenso...que real...que duro a veces...
Saludos desde Chocolate Bailable!
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