Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

viernes, 23 de agosto de 2013

LA POBLETA, LOS LAGARTOS OCELADOS Y LOS EUCALIPTUS...., LEYENDAS DE LA SIERRA CALDERONA.




 
   Los lagartos ocelados gustan de tomar el sol en esa curva, mas de una vez me he encontrado con ellos descendiendo desde el Collado de la Moreria con la Bicipalo, pero hoy no están y trazo la curva echándolos de menos, igual que ellos echarán de menos al sol que calienta el poderoso talud de piedra gris que emerge desde las entrañas de la Sierra Calderona.
   Hoy la serranía ha amanecido envuelta en nubes que han llegado desde el mar, como convencidas por la brisa de levante, tentadas por ese viento marino a adentrarse en las montañas, a empapar sus musgos y líquenes, a desangrarse sobre las lajas de rodeno y a mojar sutilmente mis antebrazos, mientras remontaba por la umbría de la Font del Berro, esta es la subida preferida de Jesús y de ese testigo que siempre le acompaña y que después habla y nos confiesa sus emociones y pensamientos en una magistral tercera persona.
   Percibo a esas nubes tocándome con miles de pequeñas gotitas y pienso que ya es tarde para que ellas puedan regresar al mar, cedieron a la tentación de acompañar a la brisa y ahora esa misma brisa se pierde entre los cañones de la serranía mientras las nubes embarrancan como enormes cetáceos que jamás podrán volver al mar, salvo cuando la lluvia inunde las torrenteras y las ramblas, cuando corra brava entre los barrancos y desemboque en el mar, en ese momento se olvidarán de cuando embarrancaron entre las montañas y volverán a acompañarán a la brisa de levante cuando les susurre.
    - ¿Os venís a las montañas, a tierra adentro…., os aseguro que no os dejaré solas…?.
   He alcanzado la Moreria cansado y me he dejado caer sin pedalear, recuperando la respiración y sintiendo como el sudor se iba enfriando sobre mi piel y sobre la ropa. He dejado a mi derecha el cruce con la pista del Campillo y he continuado el descenso sin apenas pedalear, evitando los surcos y las piedras, atravesando las tenues brumas y virando a izquierdas en esa curva en la que los lagartos ocelados gustan de tomar el sol. Inconscientemente he frenado y los he buscado, no he visto a ninguno  pero he tenido la certeza que ellos han percibido mi paso.
   He sonreído relajado y tranquilo y he seguido el descenso hasta que he echado una mirada a mi izquierda y he descubierto a la misteriosa silueta de La Pobleta, he ido frenando y he echado pie al suelo. 





El legendario caserío apenas si asomaba entre los espesos pinares que hace siglos albergaron a ese primer poblado morisco, a aquellos moradores que terminaron enterrando sus huesos en este Valle de Lullen hasta que, siglos después, los perros de los guardeses desenterraban alguno de ellos y correteaban felices con su hallazgo. Manuel Azaña se refugió aquí, en la Calderona, después regresaría a Barcelona y La Pobleta quedaría ahí, a salvo de las atrocidades de la guerra, ajena al paso del tiempo, envuelta por los pinares y entre el monte bajo. Como un caserío misterioso y oculto a los ojos de casi todo el mundo.

 


   Continuo bajando, deslizándome cuesta abajo, respirando sin esfuerzo, escuchando la rodadura, los golpeteos de la cadena, las turbulencias entre el caso y mis orejas…, y termino parando en la Font del Marge, la primera que conocí de la Sierra Calderona y si no recuerdo mal de la mano de Cristina, una vecina de mi edad que durante varios veranos me torturó con el crecimiento desmesurado de sus pechos. 

 


 




Aquella exuberancia me costó algunos pescozones pero jamás la pude albergar…, han pasado muchas décadas y ahora ya no siento nada, quizás porque la majestuosidad de estos enormes eucaliptos me fascina, quizás porque espero oír el repiqueteo de algún picapinos o porque el gorjeo del agua me relaja y me distrae tanto que tan solo deseo gozar este momento, esta calma y esta soledad llena de leyendas y de momentos mágicos que uno atesora para si mismo y que a veces cuenta en voz alta.



 

       

2 comentarios:

Jesús dijo...

Pues si, cada uno tenemos nuestros recorridos predilectos y ese es el mio. Sin duda es el que más veces he hecho por la Calderona.
Desde luego estás hecho un experto en historias Calderonianas...la de Azaña, La Pobleta y las sillas seguro que es una de las muchas que conoces.

Pedro Bonache dijo...

Bueno Jesús, ya que nunca salgo de esta serrania, debería conocerla bien, pero queda mucho por descubrir y ver...., y sobre todo de andar que es la mejor forma de sentir la tierra.