Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 7 de enero de 2012

LA LIEBRE TRANQUILA en "Diario de Homo".

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El sábado por la tarde, después de ver “Cartas de Sorolla”, me desmoroné y sentí deseos de llorar, de gritar.

En los últimos minutos de la película se mostraban las secuelas el infarto cerebral que dejaron al pintor valenciano en una silla de ruedas, con un brazo inerte, muerto y dependiendo de Paco, su yerno, al que llamaba continuamente…, igual que lo hacia mi padre conmigo. Me llamaba para que lo apartase del publico, de la gente, de sus amigos…, igual que hace Sorolla cuando visita a sus alumnos y es incapaz de corregir un apunte. Llama a Paco insistentemente y le pide que le lleve a casa.

Subí a las Tierras Altas, a las estribaciones de la Sierra Calderona, conduciendo abstraído y deseando gritar, deseando llorar desde dentro…, surgió una frase obsesiva, hay que desprenderse de lo vulgar…”, quizás impresionado por el esfuerzo inhumano que realizó Sorolla para satisfacer el encargo de mecenas americano que le encargó el retrato de toda la península ibérica, quizás impresionado por su tenacidad, por sus convicciones, por su sacrificio fiel a su principio de pintar en vivo, sobre el terreno, en campo abierto, bajo el sol y el viento, aterido de frío o desesperado ante la lluvia.

En una de las secuencias, Sorolla camina junto al Rey, charlan y buscan un lugar en el jardín para realizar su retrato, mientras que en un segundo plano, uno de los sirvientes les sigue flanqueado por dos hermosos galgos.

Sorolla le confiesa a Clotilde, su mujer, que de todas las regiones de España, la que mas le impresionó fue Castilla.

No pude evitar pensar en “El verano de los perros flacos” y en mis momentos de titubeos, de fatiga, de desanimo…, pero recordé esa actitud de Sorolla, ese esfuerzo en terminar su obra, dando las ultimas pinceladas a las almadrabas, retratando esos enormes atunes en Ayamonte y me fui animando.

En las Tierras Altas me esperaban Mía y Norton, me recibieron entre saltos, entre idas y venidas al galope, entre lametones y salimos a dar el paseo, ya anocheciendo. De vuelta me sentí mejor, les preparé la cena, sintonicé una emisora de música y empecé a escribir. Mi mente voló a esa meseta imaginaria y escribí motivado, mejor anímicamente y sintiendo a esos dos chiquillos, a Paúl y a Alberto, mas vivos que nunca.

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Amanecimos los tres relajados y percibiendo un día luminoso y encalmado. Después del café salimos a dar la vuelta y me sorprendió que Mía no tirase de la correa, incluso se cambió de lado, de mi derecha a la izquierda y caminó pegada a Norton, relajada, sin tirar. Incluso cuando los solté trotaron tranquilos y sin prisas, sin ansiedad.

Me sentía bien en medio de ese frío de los primeros minutos del amanecer, andando los mismos caminos, las mismas sendas, contemplando los mismos pinos, las mismas montañas.

Paseaba satisfecho de lo que había escrito la noche anterior, ensimismado hasta que escuché el típico ladrido de Mía cuando descubre alguna ardilla. Un ladrido corto y como quejoso, después el ruido de sus uñas trepando por el tronco de los pinos y de nuevo sus gañidos.

Les esperaba y de la linde del bosque vi salir a Mía, corría hacia mi pero con un aspecto distinto, sus orejas habían crecido hasta un palmo de altura y estaban rematadas de negro…, era una liebre….¡¡¡¡, una rabona que trotó hacia mi y que giró tranquilamente por un camino, relajada, segura de si misma, sin alterarse.

Al rato Norton y Mía reaparecían de sus correrías y yo sonreía, no les dije nada de la liebre y ellos no la olfateraron.

Últimamente está pasando algo entre ellos y yo, quizás porque no dejo de pensar en los galgos de la novela, quizás porque mi subconsciente está lleno de lebreles que desean que les libere de la traílla de mis miedos y complejos… y Mía y Norton lo perciben.

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. Norton reposando en el sofá y en la foto de abajo, ocupando

mi cama recién hecha....., al final del dia, digamos que la hago

para acostarme enseguida.




6 comentarios:

Ars Natura dijo...

... Y la liebre seguro que te lo agradeció...

Pedro Bonache dijo...

je, je, je.., Goyo, yo creo que la liebre hacia footing, quizás como promesa de inicio de año. Las Tierras Altas no es zona de liebres, no hay plantaciones de grano ni grandes llanos, pero alguna hay.
Un abrazo, Goyo.

Tapestry Workerman dijo...

Hola Pedro.
Pues esa liebre para un gazpacho manchego o un arrocito...
Bueno, espero que hayas empezado el año con salud, que bien acompañado ya veo que lo estás ;)
Un abrazo.

Pedro Bonache dijo...

Hay poquitas liebres por estos pinares, incluso puede que siempre esté viendo la misma, siempre la veo por la misma zona. La verdad es que me conformaria con una buena carrera de Norton tras ella..., pero pos pista, para que pueda gozarla con los ojos.
Tapestry..., de faena mal pero mira, ahora estoy haciendo unas sillitas con brazos que de momento me van dando de comer.
Un abrazote.

Antònia dijo...

Yo también conozco esa sensación de snetirme golpeada por cualquier recuerdo que me lleve a los días en que mi madre estaba enferma. Siguen ahí, siempre seguirán. Me veo reflejada en el dolor de todo aquel que sufre y teme por un ser querido. Quizás por eso llegó Ulises a mi vida, para obligarme a avanzar, porque me obliga y mucho, pero yo también siento esa pasión extraña que parece que compartimos todos aquellos que tenemos un galgo. Hay algo mágico en ellos.
Por cierto, veo que la verdadera historia de amor es galgo + sofá.
Besos!!

Pedro Bonache dijo...

Es cierto, cualquier detalle despierta esos recuerdos, esas sensaciones..., pero en mi caso parece que este año es algo distinto. No se..., siento que poco a poco voy encaminandome y como no...., sintiendo ya la primavera.
La historia de galgos + sofás es muy real, y la tendencia a ponerse bocarriba también, je, je, je. Ellos son así...., es como si homenajearan a todos los galgos que vivieron en cubiles de cemento.