Ayer, durante el paseo con la manada observé como los bordes de la mayoria de las matas de una huerta cercana, estaban engrecidos y marchitos. Alcé los ojos hacia el cielo del atardecer y apenas si vi alguna nube, el dia arrasaba, se quedaba raso y el calor del día escapaba hacia el cosmos, hacia esa noche que llegó pasadas las siete de la tarde y que de madrugada petrificó algunos charcos y llenó de cristalitos a las malas hierbas, esas que crecen en el monte libremente, sin abonos ni podas, sin mimos, sin ayudas.
Helaba de madrugada y amanecia un día radiante y puro, virgen, conmovedor. Tan generoso, que todas la pandilla se pusó en la terraza a solearse mientras yo apuraba mi segundo café torrefacto y me decía.
- Hace un dia de cojones para salir con la Bicipalo..., y para comerme una naranja de ese campo que está cerca de Porta Coeli.
2 comentarios:
Jajaja, que bueno, como si no han roto un plato en su vida!
Salu2 fresquetes.
Hola Dorita, es que esa foto la hice despues del paseo al amanecer y estaban ya tranquilitos. Sabian que me iba con la bici y me imagino que pensarian "pues nosotros al sol...".
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