Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 2 de junio de 2012

GALGOS BAJO LAS ESTRELLAS DE LA MANCHA (fragmento del capitulo 21 de "El verano de los perros flacos".


- ¡Mira, ahí va otra, ahí va otra…! –exclamó Alberto señalando con la brasa hacia una estela blanquecina, hacia una raya que durante algo mas de un segundo recorrió el firmamento.

Atis y Tirma se alzaron inquietas y se volvieron hacia Alberto.

- No pasa nada, tranquilas –murmuró Paúl- es que como has dicho ahí va…, se pensaban que era una liebre.

- Siempre dispuestas –susurro Alejandra, buscando a las galgas en la oscuridad y encontrándolas como al dolmen, con sus huidizas siluetas recortadas contra la claridad del pasto agostado. En ese momento, ya al final del día, empezaba a comprender la relación entre Paúl y esos perros flacos, había empezado a comprender el porque de esos recuerdos intensos que habían estado perturbando a Alberto.

Alejandra dio otra calada al purito y sacó su móvil, abrió la carpeta de mis imágenes y buscó la última foto, la que había hecho a las perras justo cuando reposaban mirando hacia el crepúsculo, justo cuando el sol se enterraba literalmente en el horizonte. Esa luz sesgada parecía haberse inflamado al rozar la curvatura del planeta, como lo hacían las hespérides cuando se rozaban contra la atmosfera terrestre y se había derramado sobre el pelaje de azabache y cuarzo blanco de las galgas. La imagen que apareció en la pantalla le gustó, los colores surgían calientes y vivos y la mirada de las hermanas era serena y relajada, tranquila, las galgas sabían que con esos dos hombres que luchaban por no olvidar a los niños que fueron, estaban a salvo, sabían que ellos nunca las abandonarían, que nunca las ahorcarían, que nunca las llevarían al muladar. En la misma imagen se podía ver esa peculiar forma de descansar que tenían las galgas, dejaban caer los cuartos traseros, contorsionaban las delicadas cinturas y se quedaban con las cabezas erguidas, sus profundos pechos se apoyaban contra la tierra y les impedía descansar con la cabeza entre las interminables patas delanteras…, hasta que les vencía la fatiga o el sueño y se dejaban caer lentamente de lado, pero mientras permanecían así, como en la fotografía, enhiestas y altivas, se llenaban de una majestuosidad conmovedora, en un prodigio de líneas elegantes y fluidas, en una imagen que condensaba la armonía de la Naturaleza con sus propios hijos.

Nadie pudo verlas, pero Alejandra las sintió resbalar por sus mejillas, unas lagrimas sutiles al final del día, cuando el sol se cobijaba y la noche surgía mostrando la realidad de un cosmos estrellado que en todo momento había estado ahí, pero velado por la luz del sol, mostrando la profundidad de un universo que engullía a los mismos ojos que lo contemplaban.

1 comentario:

Mª Carmen Callado. dijo...

Cuanto tiempo sin darme una vuelta para saber algo de los perros flacos de la Mancha.
He visto bici la portada del libro. Eso es que ya va viento en popa. En cuanto lo tengas, lo presentes o lo vendas...tengo que tenerlo...No me lo quiero perder. Ya avisarás...