Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 23 de junio de 2012

BICIPOLIS, EL OTRO CICLISMO.







Un ciclismo mas humano y mas natural, el ciclismo que podría recordarnos a cuando nuestros padres iban a trabajar en bici con aquellos hierros de manillares y varillas cromadas, sobre aquellos sillines sustentados sobre muelles aún mas brillantes. Unos tiempos y unas épocas en los que se pedaleaba por necesidad, pero que sin saberlo, alimentaba la salud y la alegría en esas personas que se movían a pedaladas, al ritmo de sus propios cuerpos y ánimos.

Bicípolis es el precioso nombre de una sencilla tienda de bicicletas que abre sus puertas en la calle Salvador Ferrandis Luna, número 60 de Valencia y haciendo esquina con la Plaza de Roma. Pero también es una tienda que abre sus puertas a todo el que lleve una bicicleta cogida por el manillar, con la rueda pinchada, con la cadena colgando, con los cables de los frenos o de los cambios partidos o con las llantas haciendo eses. No importa si es una de esas bicis de Hipermercado, rematadamente mal hechas y con las llantas de hojalata, no pasa nada, Miriam, la mecánica de la tienda, la subirá al potro y tratará de hacer que funcione lo mejor posible, aunque a veces es complicado. No es difícil encontrarse con cuadros desalineados o con los anclajes para freno y cambió desplazados.


Y en esos menesteres debía andar Miriam, cuando la vi dando vueltas a la Plaza de Roma, montada en una de esas bicicletas de Hipermercado, de doble suspensión, vestida con el mandil de mecánico y con una expresión en su rostro que me encandiló. Seria, concentrada, atenta al funcionamiento del cambio, a los ruidos..., aunque al final, cuando le pido que pose..., rompe a reir.


Sonreí y me acerqué a visitarlos, como siempre, ella y su hermano me recibieron sonriendo y rodeados de viejas bicicletas, algunas reparadas, esperando a sus clientes y otras esperando a las manos de Miriam.

Los encontré optimistas y llenos de energía, me comentaron que habían alquilado la planta baja contigua para ampliar el taller y el almacén y así poder trabajar en condiciones.


- Al final del año nos preguntamos si queríamos un aumento de sueldo o alquilar el bajo…, no lo dudamos –me comentaba Mario, su hermano, mientras Miriam me enseñaba el nuevo local. Allí aún se apiñaban más de esas bicis viejas, usadas, abandonadas en los contenedores y rescatadas por ellos y otras donadas por los clientes al cambio por una bici nueva o por una restaurada.


Viendo esas bicicletas recordé mi infancia dando pedales sobre mi BH, recordé las correrías por el barrio cuando apenas si habían casas y cuando no existían los cambios de marchas, hasta que alguien fue capaz de adaptar uno a esas BH o a las Orbeas, las Torrot eran mas escasas y a mi me parecían mas enclenques. Aquel desviador era tan solo de tres piñones y lo gracioso es que la palanca de cambio se la colocaban en el tubo del sillín. Recuerdo que una de aquellas tardes de verano traté de picarme con uno de los amigos que llevaba uno de esos cambios, mas concretamente en una Rabasa Derbi. Cuando vio que le seguía, cambió a un piñón mas pequeño y yo me rendí.

Gracias a la visita a Bicípolis despertaron esos agradables recuerdos y descubrí el otro ciclismo, el ciclismo sencillo, el ciclismo práctico y el ciclismo razonable, no ese otro ciclismo que se respiraba en las tiendas mas o menos elitistas que yo solía frecuentar. En esas tiendas era imposible ver una Motoreta restaurada como en Bicípolis y se burlaban de mi o me llamaban globero por no llevar las piernas depiladas. Era imposible encontrarte con bicicletas de hace veinte años recuperadas y puestas en funcionamiento, en esas otras tiendas solo se hablaba de carbono, de titanio o del peso. Se hablaba de tiempos, de cronos, de rendimientos y si en medio de esas conversaciones entraba alguien con una bicicleta cogida por el manillar, con la rueda pinchada o con la cadena colgando…, simplemente se le negaba la atención en medio de una sonrisa burlona.

Pero en Bicípolis aún se puede disfrutar de un trato humano y del respeto hacia cualquier bicicleta que entre por la puerta, con su amo llevándola por el manillar o si lo hace ella sola, buscando los mimos y las manos de Miriam y Mario, para que la pongan buena y poder seguir rodando.


4 comentarios:

Tapestry Workerman dijo...

Hola Pedro.
Yo de crío llevaba a reparar el biciclo o iba a comprar cualquier tipo de repuesto a un taller como el que mencionas. Encontrabas de todo aquello que se salía del estándar y no encontrabas en ningún otro lado.
Entre charloteo y preguntas con las que le asediaba, aprendí como apañar cambios, reparar radios o cambiar eslabones de la cadena. Ahora aplico destreza en las bicis de los hijos... por mi parte, creo que no me acuerde de rodar sin los ruedines ;)
Un saludo Pedro.

Pedro Bonache dijo...

Pues así son Miriam y Mario, tienen un montón de material de segunda mano y viejo que viene muy bien para restaurar bicis antiguas. Me llevé una gran alegria cuando vi que a parte de aguantar la crisis iban creciendo, en local y en ilusiones.

cyclerevolution dijo...

La mejor tienda de bicis de Valencia sin duda. Profesionales de verdad los cuales su interés de reparar reciclando siempre que se pueda, los convierte en una necesidad primordial en este sistema. Ecologistas de los pies a la cabeza.

Pedro Bonache dijo...

Completamente deacuerdo, cyclere..., nunca se dan por vencidos y por chunga que este la bici que entre en la tienda tratara de resucitarla.