Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 27 de febrero de 2011

Y VI LOS PRIMEROS LIRIOS AZULES ENTRE LOS ROQUEDOS DE LA SIERRA CALDERONA.





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La semana anterior contemplé la serranía desde los ventanales del tanatorio, entre los resquicios que dejaban las viviendas y los edificios de las universidades, unos perfiles abruptos y azules, pero de un azul oscuro, no ese azul luminoso y mágico de los cielos soleados. El día había despertado ventoso y gris, es posible que de luto, algo triste.

Miraba a las montañas allí en la distancia o a la rotonda justo bajo el mirador, un vergel de palmeras se elevaba desde ella, sus palmas se dejaban azotar por un viento mudo, que ni silbaba ni aullaba al otro lado de los gruesos cristales. Bajo ellas se elevaban los cactus, envueltos en sus curiosas pieles verdes y cubiertos de púas…, como un pedazo de Atacama dejado caer en medio de la avenida, como un pedazo de naturaleza inhóspita en medio de la artificialidad de homo.

Observaba la rotonda, veía las montañas sobre las azoteas y escuchaba retazos de las voces de mis hermanas que llegaban del túmulo en el que descansaba el cadáver de mi padre, volví a mirar a la Sierra Calderona, al cielo gris y como pegado a la bóveda imaginaria, miré de nuevo a la avenida y observé el tráfico, a personas que corrían, a personas que salían en bici, a personas que paseaban…, todo mudo, al otro lado del vidrio.

Volví a asomarme varias veces a ese ventanal, volví a ver las montañas pero no me pude imaginar que durante esas horas, ellos, los lirios azules de la Calderona, habían despertado ajenos a la existencia de homo, a su muerte, a su suerte, a sus vidas.

Mi padre moría y ellos emergían desde la misma tierra, junto a los grises roquedos, entre las matas de tomillos y estepas…, me hicieron sonreír, me hicieron echar pie a tierra y apoyar la Bicipalo contra esa misma roca gris, les fotografié como en los últimos tres años y continué pedaleando, contemplando los horizontes algo turbios, algo brumosos bajo un cielo que me recordaba muchísimo al cielo de ese sábado en que velamos durante el día el cadáver de mi padre. Me fijé en la clásica mancha plateada de la albufera, en las sierras litorales…, recordé las veces que mi padre me había llevado a pescar al Perellonet o a Cullera, siempre me quedaba mirando las letras pintadas en la montaña. Volví a contemplar la llanura fértil y poblada del Camp del Turia y me fijé en las brumas estancadas y en una curiosa columna de humo, que se elevaba estrecha y sinuosa, delicada y desnuda ante un viento de poniente que la respetaba, que le permitía elevarse como una cobra vaporosa hasta que alcanzaba una altura y entonces ese mismo viento la combaba hacia el mar.

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Seguí pedaleando, seguí buscando los lirios y contemplando lo que la cernía ofrecía, lo que mi cerebro interpretaba.

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4 comentarios:

Artus dijo...

Ya tenemos ahí la primavera. Está a la vuelta de la esquina.

Pedro Bonache dijo...

Claro que si Artus, tiempo de vida, de alegria, tiempo de aves...., y tiemnpo de custom ¿eh...?, por cierto a Agata le queda poco para salir a la pasarela custom fhasion weck.

Ars Natura dijo...

Ya queda poco para que aparezcan los primeros vencejos rasgando el cielo con sus afiladas alas. Y los insectos ya comienzan a visitar las flores más olorosas.

Pedro Bonache dijo...

Goyo, muchas gracias amigo por anunciar la llegada de los vencejos, si, pronto atravesarán mi calle con sus fascinantes vuelos..., y yo seguiré contemplandolos, espero que con la misma ilusión de siempre.
Un abrazo Goyo, pero fuerte.