Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

OJOS DE MIEL (nuevo fragmento de El verano de los perros flacos)


-Ya está ahí Eusebio –había murmurado Ana al reconocer el ruido del todoterreno, sin alzar los ojos de la le hermosa lechuga que troceaba. Aún tenía restos de tierra de la vega del río Viejo y algunos pequeños insectos que terminaron arrastrados por el agua del grifo.

Salió de la cocina y aún pudo ver la mano de la muchacha entrelazada a la de Eusebio, realmente eran dos siluetas a contraluz que habían entrado en la casa, sin llamar, sin pedir permiso, tan solo dando los buenos días con una voz alta y clara. Sonrió complacida y satisfecha, como si ese gesto significase algo que perduraría en el tiempo. Se alegró por Eusebio, trataba al joven como si fuese un hijo, confiaba en él y le deseaba lo mejor, por eso le gustó verlo aparecer con ella, con esa muchacha llegada de la capital pero que le resultaba tan familiar y tan cercana como cualquiera de los parroquianos que nacieron, vivieron y murieron en el pueblo, algunos de ellos sin haber salido del término.

Esa Elena era sincera y natural, tan sincera como esa sonrisa que iluminó su rostro al alzar ante sus ojos, algo vidriosos y algo tristes, a la pequeña cachorra de Yuma.

- Tiene unos ojos preciosos, parecen dos goterones de miel…, se podría llamar Ojos de Miel –había sugerido en el corral de la casa y de nuevo bajo el sol de la meseta.

- Aquí en el pueblo se reirían de ese nombre –comentó Eusebio- pero…, ¿donde están los otros cachorros…?, ¿ y la Yuma…?

- Ayer noche vinieron unos galgueros de Tembleque, antes llamó la hija de Emiliano para decirnos que venían…, ya habían apalabrado la camada, se los llevaron, a la Yuma también, imagino que le habrán pagado un buen dinero, pero a esta la dejaron después de remirarla un buen rato.

- ¿Os la vais a quedar? –preguntó Eusebio.

- El marido no es de galgos, no se que querrá hacer con la perrita esa. A galguear no va a salir, le gustan mas las cartas, aún está en el bar echando la partida y casi es la hora de comer, pero como ya estáis aquí ya podemos empezar y la próxima vez que arree…, pero novios no le faltan, que el Lucio ya se ha asomado a indagar.

- ¿El Lucio…?, pero si tiene media docena en la nave y ni uno está entero –protestó Eusebio.

- Pues por eso, pero mira, los de Tembleque ahí la dejaron, no se que le verían.

Eusebio se acercó y acarició la ahusada cabecita de la galguita, estaba caliente y esos ojos de miel, como los había bautizado Elena, brillaban y parecían formar parte de ese pelaje ambarino que se mezclaba con el típico manto barcino, con esas rayas negras que recorrían su cráneo y que confluían al final del afilado hocico.

- Me dan ganas de quedármela.

- Y a mi también –confesó Elena, rozando sus mejillas contra la cabecita y dejándola después sobre la lechada de cemento que cubría el patio trasero de la casa. La galga se quedó quieta, temblando ligeramente y con la cola encogida entre las patas.



- ¿Y como andan los padres? –preguntó Ana, cogiendo las manos de Elena y llenándolas de fuego.

Elena sonrió ante la penetrante mirada de la anciana y sintió como el calor que emana de ella la tranquilizaba. Se relajó y suspiró.

- Están mejor, mi madre se ha marchado a Madrid con mi hermana, pero volverán.

- Al final todo pasa y lo que no pasa…, se aguanta hasta que se acaba –anunció la anciana, sonriendo y apretando aún más las manos de Elena- siempre ha sido así, criatura.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Eso, eso tu sigue alimentando el "hype"... supongo que lo tendrás ya a puntito de sacarlo del horno.

Que sepas que tenemos ganas...muchas ganas..

Un abrazo Pedro.

Pedro Bonache dijo...

Ains Jesús, en el horno está, pero crece mas de lo que yo habia imaginado,pero lo importante es que el final ya lo tengo escrito y solo tengo que enfocar mis anarquicas neuronas hacia ese momento.
Y un abrazo muy fuerte, chaval.
Por cierto, el estilo de la entrada
en la que te refieres a la monotonia, es genial, una pequeña obra maestra en tercera persona..., se me olvido ponertelo en el comment.