Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 11 de febrero de 2012

A SOLAS CON DUNA, MI VIRAGO 535.




Pese al frío, Duna ha arrancado a la primera, eso si, ella siempre duerme en la carpintería, a cubierto y tapadita con su lona.


Ha tardado poco en calentar, en sonar redonda y en formar bocanadas de vaho por sus pulmones cromados. He bajado la visera del jet Vintage y he rodado por mi calle como siempre, sin prisas y esquivando la cicatriz que dejó en el viejo asfalto la ultima falla que se quemó aquí, entre las fachadas, en mitad de la calle, hace mas de veinte años.

He rodado hacia el centro de la ciudad, a visitar a unos clientes, relajado sobre ella y viendo como algunos conductores observaban a Duna cuando nos parábamos en los semáforos. Muchos de ellos encogidos y frotándose las manos, con la calefacción puesta y sintiéndose a salvo.

Rodaba a gusto y con la ilusión de hacer fotos a las tapicerías de mis clientes, a sus trabajos, a algunos sofás hechos por mi y tapizados por ellos. Y todo iba bien hasta que en la última visita me he encontrado con algo que me ha provocado cierta desazón y tristeza. Pero he suspirado, me he relajado y he terminado lo que había ido a hacer. He fotografiado dos sillones, uno de acero cromado y otro de madera moldurada, dos conceptos distintos, diseño industrial contra el clasicismo, metalurgia contra ebanistería.

De vuelta a casa he pilotado a Duna con mimo, con soltura, con suavidad, como si fuese un ser vivo que agradeciese la ternura y el trato delicado. Como si fuese ese corcel, ese caballo capaz de sentir las caricias y los susurros, la voz y el sentimiento de su dueño, del jinete, de la amazona. Como el galgo sumiso y tímido que mira al galguero esperando tan solo una mirada de aprecio.

Sobre Duna me he ido relajando, sintiendo la vida de otra forma, envuelta en su sonido, en sus vibraciones, sintiendo el frío, la atmosfera, el ambiente. Poco a poco se me ha ido olvidando esa desazón que me ha invadido al descubrir que las personas suelen faltar a su palabra con demasiada facilidad.


He rodado sobre ella, he trazado los giros que antes me atormentaban y he acelerado hacia mi barrio mas relajado, a solas con Duna, sobre la máquina a la que nunca nos cansamos de insuflar vida y personalidad en una fantasía sin fin que nos hace sonreír y olvidar, al menos durante el tiempo que el v-twin suena empujando o relajado al relentí.

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