Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

DUNA, EL PLACER DE MONTAR EN UNA VIRAGO, en "Run-Run Zing y Duna Virago, diario de mis dos custom"

Este verano despidiendome de un amigo motero
llegado desde Cartagena.
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De color Burdeos, ese granate metalizado tan bonito de algunas Viragos. Recuerdo que la vi a la salida del gimnasio, pues hará muchos años, unos veinte imagino, era de un compañero que se llamaba Maxi. No recuerdo si era una 535, es posible, solo recuerdo que me pareció hermosa y distinta, solo recuerdo que sentí unos enormes celos por ese amigo, sentí que ese amigo era feliz sobre esa moto tan personal.

Duna, mi Virago, no es de ese color, ella es de un marrón casi amarillento, ella es del color de algunos desiertos, del color de las dunas, incluso sus escapes, que serpentean cuando salen de los cilindros podrían recordar a las estrías de las dunas, a esa especie de huella que deja el viento que continuamente empuja las lomas de arena y que las mueve poco a poco, que las llena de marcas, de líneas sinuosas, de trazos ondulados.

Después de un par de semanas sin montar en Duna, deseaba hacerlo, ni siquiera fui a la cena con los Dracs pero hoy le he quitado sus mantas y la he sacado a la calle, como siempre, como ese ritual que repito lentamente, disfrutando de cada gesto y de cada instante.

Deseaba montar en ella y el sol generoso de diciembre me sonreía, asomado por encima de las azoteas de mi calle y esperando a verme ponerla en marcha, a verme rodar.

He girado la llave, se ha encendido el verde y la bomba a repiqueteado, de nuevo insuflando la vida a los carburadores. He cerrado el aire y con delicadeza he girado un poquito el puño del gas, después, mi pulgar ha presionado el botón y el motor de arranque ha girado un par de veces, Duna ha despertado resoplando por sus flautas cromadas y de nuevo he sonreído.

Y me gusta esperar, me gusta sentir que se va calentando, me gusta percibir como varía poco a poco el sonido y como a los pocos minutos mis piernas empiezan a sentir el calor que disipan las aletas del precioso motor en V.

Me gusta saludar a las vecinas, saludarlas en medio del retumbar de Duna y después sentir el clanck de la primera…, el preludio del paseo bajo la sonrisa de un sol que me regalaba mi propia sombra, mis propias imágenes en negro, a veces de perfil y otras por la espalda.

Y he vuelto a sentir el fresco en mis piernas y en mi rostro cuando la velocidad me ha ido bajando el pasamontañas, al rodar unos kilómetros por la pista de Ademuz, para desviarme hacia Burjasot.

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Me he sentido cómodo con las piernas sobre sus mandos avanzados y no he dejado de sonreír, me he sorprendido a mi mismo cambiando de carril y girando el puño del gas sintiendo esa agilidad, ese empuje que puede llegar a emborrachar de gozo y vértigo…, sin dejar de sonreír y sin dejar de sentirme bien, incluso, ya de regreso entre el tráfico algo espeso de Valencia, de una ciudad luminosa entregada a las compras y al frenesí de las navidades.

He vuelto a disfrutar trazando las amplias curvas de los túneles, escuchando ese peculiar canto denso y ronco que componen las paredes cuando el sonido rebota entre ellas y se cruza con las nuevas notas que escapan por los escapes.

Deseaba volver a montar, volver a lucir mi Virago con el color del desierto y con sus galgos en ocre sagrado lanzando sus zancadas ágiles e infinitas sobre los llanos, sobre la meseta, sobre los campos segados, extensos, planos, de horizontes limpios y donde la vista se pierde…, pero he rodado por la ciudad, ante semáforos y pasos de peatones, entre edificios y monumentos, entre sus sombras y ante las miradas de quienes cruzaban sobre los pasos de cebra, en esos momentos Duna giraba en un relentí perfecto, quizás demasiado redondo, demasiado equilibrado…, puede que alejado de esa sinfonía díscola y vacilante de una Harley, puede que menos personal, pero deliciosa y relajante.

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