Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

viernes, 3 de julio de 2009

DIARIO DE HOMO: ¿Donde quedaron mis ilusiones, mis alegrias, mis emociones...?

A veces alguien hace sonar un claxon, giras la cabeza y descubres que es un amigo que te saluda, sonríe desde la ventanilla y sigue conduciendo. Tengo una vecina, se llama Inma y conduce un enorme Discovery, aparca en el garaje que hay frente a la carpintería y muchas veces, si yo ando trasteando por la puerta, me toca el claxon, yo la miro y entonces me saca la lengua, se carcajea después y yo le digo.

- ¡Qué no me saques la lengua así que pienso cosas malas...!, dichosas casadas... -termino murmurando.

Aún se ríe mas, su hija Tania, también se ríe, pero comedida y tímida, Mario, su hijo pequeño, sigue jugando con su gameboy y poco después desaparecen en la plaza subterránea..., como siempre, entro en el taller y recuerdo aquellos toques de claxon con que mi padre anunciaba su llegada al chalet, todos los miércoles de Julio..., llegaba con su Seat 124 blanco, pues hace unos 30 años, el último modelo, aquel de faros cuadrados y con los pilotos traseros mordiendo parte de las aletas traseras.


Cuando escuchaba aquellas “pitadas” dejaba lo que estuviera haciendo y salía corriendo a abrir las puertas..., pero algunos de aquellos miércoles llegaba a intuir la llegada de mi padre, me quedaba quieto, orientaba las orejas hacia el camino y percibía, unos segundos antes de que tocara el “pito”, el crujido de las piedrecillas y el sonido de aquel motor de 1200 cc con los que la marca española propulsó miles y miles de sus modelos.

Mi hermana Mónica y yo en la terraza de aquel primer chalé, frente

a la Sierra Calderona..., por entonces azul, distante, inaccesible.

Mi corazón se aceleraba, me faltaba la respiración y la alegría me desbordaba, mi hermana Mónica y yo abríamos las puertas, correteábamos alrededor del coche y saltábamos sobre él cuando le dejábamos salir..., pero hace ya tanto tiempo de aquellas emociones, de aquella alegrías que últimamente me preguntó, ¿dónde han quedado aquellas risas, nuestras palabras entrecortadas, nuestras vocecillas, nuestras ilusiones...?, ahora es mi padre el que sonríe, el que está pendiente de mi llegada, él que me confiesa lloriqueando que se preocupa mucho cuando me voy en bici o cuando conduzco.

Se que reconoce mis pasos cuando subo por las escaleras, él yace en su cama, sin poder levantarse, sin poder subir o bajar la persiana, sin poder apagar el ventilador de madrugada, cuando aún refresca y yo ya he bajado a la carpintería.

Reconoce mis pasos, los escucha a través del patio de luces, el tintineo de mis llaves colgando del mosquetón o el murmullo que a veces me acompaña, mis canturreos guturales, mi caminar cansino atravesando el pasillo hasta que llego al dormitorio que compartimos..., es la rutina de los últimos cinco años..., abría el maletero del 124, le ayudábamos a descargar la compra y unos minutos después mi padre se lanzaba a la piscina, se atizaba un barrigazo que salpicaba por fuera del rompeolas, Mónica y yo también saltábamos a la piscina, él nos izaba, nos apoyábamos en sus hombros y lo utilizábamos de trampolín..., me zambullía, braceaba como me habían enseñado en el Club de Natación Ferca de Valencia y emergía resoplando, sonriendo, tirando agua por la boca, riendo..., emerjo y veo a Norton y Mía mirándome desde la piedra de coronación, he crecido, han pasado los años, tengo 43 años y estoy solo en la piscina. No es la misma piscina de aquellos baños de la infancia, aquel chalé se vendió pero la curiosa personalidad de mi padre le hizo comprar otro terreno justo frente al anterior.

Mónica y yo, parezco una carpa boqueando..., en la piscina

olímpica del Club Natción Ferca de Valencia, allí aprendimos

a nadar mis cuatro hermanas y yo.

Salgo del agua y me doy una ducha sobre el rodeno rojo, siento un escalofrio. Hoy ha amanecido un día envuelto en nubes marinas, ha impregnado el ambiente de humedad y me ha hecho sudar bastante en la pedalada..., pero ahora la brisa de levante aún sopla fresca.

Observo las aguas y recuerdo aquel primer verano después del infarto cerebral de mi padre, aún lo metimos en la piscina, le obligamos a moverse de una orilla a otra, siempre a media tarde, bajo el ardiente sol vespertino..., Mónica y yo estábamos de nuevo a su alrededor, bueno y a veces las cuatro hermanas y mi madre, atentos a sus torpes movimientos, al agua que salpicaba su rostro, a sus expresiones de miedo cuando se escoraba o perdía pie...

Creo que ya nada me alegrará nunca como el sonido de aquel claxon..., pero también debo de asimilar que es normal, la vida nos va dejando cicatrices en la piel y en la mente, en nuestros recuerdos. El paso de tiempo nos va cargando de problemas, de responsabilidades, de angustias..., nos afectan de distintas formas, a cada persona de una manera..., a mi simplemente me han hecho perder la ilusión, la alegría, la emoción..., y este invierno ha sido cuando me he dado cuenta, mis bajones de ánimos, mis momentos posado en el fondo de mis lodos mentales, de mis demonios, de mis miedos, de mis cambios de personalidad..., me he sentido aturdido, algo desorientado y he llegado a aceptar que algo debe haber cambiado en mis neurotransmisores, en mis formas de interpretar la realidad, en la forma en que mi mente interpreta las señales eléctricas que le llegan desde el nervio óptico. Lo único que me va consolando y animando son los consejos de las personas que me aprecian, los empujones que me dan cuando me quedo quieto y enturbiado, los comentarios en el blog o los extraordinarios mails de Maleni, siempre positivos, simpáticos y cargados de razón, de vida, de alegría..., bueno y ¿como no...?, las pedaladas por la Calderona, dos de las tres ultimas en compañía de Joa, una nueva amiga hecha a golpe de pedales, me pidió agua en el aparcamiento de Porta Coeli y ese fue su error..., Bicipalo no perdona a una mujer ciclista que se dirige a él..., je, je, je.

No se..., me da la sensación de que he vivido muchas cosas..., cuando realmente mi vida ha sido anodina y previsible, trabajo en la misma calle en la que nací, tuve una relación en la misma calle y siempre hago las mismas rutas con la bici o cuando corro..., a la vuelta de estos 43 años creo que soy capaz de hacer una previsiones, unas proyecciones sistemáticas sobre todos los acontecimientos que se asoman a mi vida. Visualizo en mi mente lo que aún no ha ocurrido, vivo esos momentos y enseguida descarto la alegría o la emoción que precede a cualquiera de esos acontecimientos en ciernes..., ni siquiera me excito con los procesos de rastreo, búsqueda, persecución y caza..., todo eso lo hago en mi mente y después miro hacia otra parte y murmuro “¿para que...?”.

Pero..., si me da la sensación de que he vivido muchas cosas..., ¿qué pueden pensar mis padres...?, ¿cuáles serán sus expectativas y sus previsiones...?, ¿qué pensarán cuando ven las fotos que ahora mismo estoy ojeando...?, si yo estoy aburrido, algo desalentado con estos 43 años de vida..., ¿que pueden sentir ellos después de mas de 80...?. Les observo y siguen viviendo, siguen atentos dentro de sus limitaciones, desde luego no parecen aburridos. Mi madre es consciente de su vejez, sabe que poco a poco va perdiendo la memoria, aunque no creo que de se cuenta de sus fijaciones, realmente síntomas del Alzheimer, de la demencia que lentamente la lleva hacia el olvido, en el mejor de los casos. Mi padre ha creado su mundo, sigue creyendo que andará y que volverá a bajar a la carpintería, incluso me dice si el podría conducir un Smart..., en esos momentos cabeceo y le digo “si hay automáticos, si...”, él parece tranquilizarse y me contesta que cogerá a la mamá y se irán juntos al chalé, así yo podré trabajar tranquilo.


Mi abuela paterna, no tengo recuerdos de ella..., la que sostiene
la pelota debe ser Rosalia, la mayor, la primogenita. Al fondo se
ven los esqueletos que hacia mi padre, en el mismo taller en el
que yo sigo trabajando. Por entonces vivian en el bajo y se trabajaba
en el patio trasero.



Mis hermanas mayores, Rosalia, Conchin y Alicia..., yo en el carrito
y tras ella el Dauphine de mi padre.




Realmente no se lo que me está ocurriendo, a veces temo que sean señales de algo preocupante otras pienso que se trata simplemente de la edad, de las circunstancias de mi vida y las veces que estoy alegre, contento u optimista, creo que simplemente he madurado y que después de mas 40 años de vida ya he vivido casi todo lo que una persona sencilla puede vivir, de manera rutinaria y sin haber salido prácticamente de su calle, donde nació y donde veía y escuchaba a aquellos vencejos que aún hoy sigo viendo.


De nuevo mis hermanas, sentadas sobre la misma máquina
que aún hoy sigo usando, robusta, duradera, fabricada a conciencia.






Mi padre junto a una de mis hermanas..., ¿será Rosalia...?, en
medio de sillones, de banquetas, de viruta, de serrín....




Últimamente, cuando suena el telefono en la carpintería y me hacen un pedido suelo pensar, “bueno, con estas seis sillas tengo para dos días...”, todo es previsible, todo lo anticipo, acertada o neuróticamente deformado. Cuando algún tapicero me dice que saque plantillas de tal o cual sofá, porque “se van a hacer mas”..., se que están mintiendo..., realmente, salvo los accidentes o las enfermedades, la vida es tan previsible..., que me agobia, a veces quiero creer que no puede ser tan lineal, tan predecible..., por eso trato de mejorarme, de crecer, trato de buscar algo que me haga verla de otra forma..., cuando estoy animoso, desde luego.

Pero bueno..., hay que continuar y creo es momento de empezar a aplicar mis criterios en ciertas facetas de mi vida, a partir de julio me gustaría aplicar la jornada intensiva. Llevar a mis padres al chalé y yo bajar a Valencia para abrir el taller a las 7 de la mañana, trabajar hasta las 3 y subirme después a Los Pinares. Si el trabajo continua así de “flojito” creo que podré hacerlo, incluso me atrae mucho la idea de hacer unas cuantas horas mas los jueves y tomarme los viernes libres..., pero lo dicho, si el trabajo lo permite y si no cambio de opinión al releer estas líneas, que también podría ocurrir..., si es que no ha ocurrido ya.

Recuerdo lo feliz que fui en el chalé el verano pasado..., fue el mejor estio de mi vida y me gustaría volver a pasarlo igual. Los días se sucedían soleados, encalmados, entre ciclismo de carretera y montaña, entre los paseos con la manada, entre cafeses y cafeses y sin apenas ropa, tan solo un calzoncillo tipo bóxer y las sandalias del pescador. Tenía uno de esos calzoncillos colgado permanentemente en el tendedero y después del baño del atardecer me lo cambiaba y colgaba el mojado, me duchaba desnudo frente al ventanal de la cocina y algunas veces escuchaba el griterío de mis hermanas. Después una cena ligera con mi padre, acostarlo y esperar un nuevo amanecer, una nueva pedalada que incluía un beso a la “Niña Cazadora” a través de la cerca de la vía de servicio, algunas de esas mañanas sus labios sabían a café con leche y entonces le decía.

- A ver, dame otro beso y así desayuno otra vez.

Si..., fue un verano inolvidable, sencillo, tranquilo, relajado.














10 comentarios:

María Hernández dijo...

Oye, Pedro, si es por falta de un claxón, entre todos te compramos uno y te lo instalamos cerca de la carpintería, eso sí, tendrá que ser un engendro de "pura tecnología punta" para que se active sólo a cada rato, porque lo de ir a accionarlo desde nuestras ubicaciones va a ser un poco difícil, jejeje.

Dice ese sabio refrán "que cualquier tiempo pasado fue mejor", pero éso es porque la memoria es traicionera. Cuando eras como en esas fotos que muestras, también tenías tus ratos malos o acaso las regañinas de tu madre no te afectaban? y los tirones de pelo de tus hermanas? o ese maestro obtuso que todos hemos tenido. Y ¿qué me dices del paso por la adolescencia? terrorífico.

Cada momento en la vida tiene sus propias emociones, cada día debes forjar tus ilusiones y las alegrías, amigo mío, hay que ir a buscarlas, porque los malos ratos llegan solos y sin avisar, como bien sabes.

Nada es tan previsible como que nada es previsible y lo que hoy puede ser un día gris, mañana puede ser una radiante jornada de sol y brisas.

Vale, hay periodos en la vida que parecen abonados al gris, pero no olvides que gris es entre blanco y negro y tiene de los dos colores, así que suscríbete a la porción blanca de tus días, busca los ratitos pequeños de felicidad y disfrútalos. Emociónate con una canción, ilusiónate con una nueva ruta o alégrate por el mejor café que has tomado, pero sobre todo, VIVE, porque, xiquet, ésto no tiene vuelta atrás.

Un abrazo de una gris, que viste de negro pero ríe en colores.

Pedro. dijo...

Ay nena canariña, que siempre estas ahí, atenta, avispada, rápida de respuesta y brillante.
Tienes razón en todo..., pero juegas con ventaja, te has tirado todo el invierno recibiendo estoicamente mis quejosos mails..., pero te digo que realmente no anhelo esa ninez, si alguna de sus alegrias, esas reacciones puras de cariño, de dicha, de sorpresa..., pero bueno, son etapas de la vida...
Ah Maria, tu de gris nada, en todo caso se que te gusta el negro para vestir, pero en tu mente hay tantos colores como en el arco iris.
Mañana vuelvo a pedalear con Joa, es la nueva luz que parece iluminar mi pista forestal, junto a ti, junto a la Niña Cazadora, junto a quien se asoma por nuestros blogs y deja comentarios agradables.
Besitos Maria.

Ars Natura dijo...

Disfruta Sapiens. Disfruta de cada momento que todo tiene algo bueno, sólo tienes que darte cuenta de dónde está en cada situación. Hasta en las situaciones más cotidianas y que hacemos casi automáticamente, hay cosas con las que podemos disfrutar. Y si no, prueba cuando te sientes a comer delante de tu plato, tranquilamente, huele eso que te vas a comer, diferencia los distintos olores que emana, intenta diferenciar los condimentos que lleva la comida y cuando emopiezes a masticar, saborea al máximo cada bocado, mastica bien todo (de esto ya os hablaré cuando le eche un poco de tiempo y os hable de los alimentos ácidos y alcalinos, como pidió María), luego con la fruta lo mismo, huelela y saborea al máximo. NO hace falta comer mucho si la dieta es buena (esto también os lo explicaré) y para acabar relájate aunque sólo sea un ratillo mientras comienzas a hacer la digestión.

Quizá te duermas y llegues tarde al trabajo por mi culpa! jejeje, espero que no.

UN saludo y lo dicho DISFRUTA DE TODO CUANTO TE RODEA.

Ars Natura dijo...

Ah, una cosa. He puesto un enlace en mi blog para que la gente visite el tuyo. Pero hay un pequeño problema.
Lo tengo para que se coloquen en orden de actualización y el tuyo pone que se actualizó por última vez hace dos meses con la entrada "Sierra CAlderona, hace 1500 años".
Míra a ver si tienes bien puesto el calendario de tu ordenador o el del blog para que aparezca realmente cuando lo actualices.
Graciaaaaas.

El sapiens... dijo...

Goyo, me encanta que me hayas llamado sapinens, je, je, je, mira así soy.
Te aseguro que yo disfruto con cualquier pequeño acontecimiento, has nombrado el comer lentamente, gozando, sintiendo los sabores..., hoy pedaleado con joa y de vuelta le he preparado unas hamburguesas de pavo y pollo, las he puesto en la sarten y despues las he condimentado con jengibre en polvo, con hierbabuena,, con nuez moscada y con pebrella..., ah,ah, ah..., cuando las especias se ha calentado Joa ha lanzado un , "hummmm..., huele a monte...", eso me ha hecho gozar, Goyo..., pero hay veces, sobretodo en invierno que me he venido abajo, puede que tan solo durante horas, pero es que nunca me habia ocurrido..., en fin, sabes que yo trato de soneir ante cualquier insignificancia.
Ah, eso del enlace les pasa a todos..., revisaré eso de las fechas. Gracias por considerarme digno de enlazarme a tu blog y gracias por la ayuda y los consejos.
¿Has visto como Maria se ha lanzado con toda la artilleria...?, es una tía cojonuda.

ANZAGA dijo...

Siempre había mantenido la idea de que no había mayor pobreza que no saber expresar con palabras lo que uno siente. Leido tu extenso escrito este no es tu problema. Nos muestras perfectamente tus miedos, anhelos y tristezas...

Como ya te han dicho: así es la vida, con altibajos, sopresas, amor, amistad, soledad, tristeza.

Yo también rondo tu edad. hablan de una crisis de cuarentones, quizá se trate de eso...

Creo que te vendría bien dar nuevos paseo con tu bici, buscar tiempo para ti, quizá nueva gente... no sé... haz algo nuevo.

A lo que a ti te pasa, se le llama NORMALIDAD, verás que tarde o temprano todo cambia...

UN ABRAZO.

Pedro Bonache dijo...

Algo ha cambiado Anzaga..., fijate en la pedalada que acabo de colgar..., gracias por todo.

Josep Julián dijo...

Hola Pedro:
Hacía días que no me pasaba por tu blog porque he andado un poco liado pero héte aqui que me encuentro con dos largas entradas de las tuyas. De la última no digo nada todavía porque quiero saber si al final Joa enontró las llaves (espero que sí) pero de esta otra sí te voy a decir algo.
Cuando uno pasa su vida entre rincones familiares (la calle donde creciste, vives y trabajas), la sierra Calderona donde pedaleas y dejas una buena cantidad de toxinas, etc., en realidad lo que hace es recrear un mundo propio y completo. En el barrio en que yo nací (el mismo que mi padre y mi abuelo, aunque dejé de vivir allí a los dos años) la gente se relaciona entre porciones de calle (de manzana a manzana) creando su microcosmos. En la fiesta mayor rivalizan entre ellos a ver quién engalana más y mejor su trozo de calle, la gente sigue casándose entre ella y se ayudan en todo lo que pueden. En ese barrio hay un orgullo de pertenencia que es conocido y envidiado por el resto de la ciudad y parece como que todo lo que sucede fuera de él les da un poco lo mismo.
El universo de cada cual está hecho con los elementos que escoje. Si alguna vez te das cuenta de que te faltan cosas acabarás bucándolas allá donde estén, de eso no hay duda. Los estados de ánimo son como los estados del alma, con altibajos, con dientes de sierra y a ti que te gusta tanto pedalear, se te puede poner el ejemplo de los platos y los piñones. Una vida no es nada más (y anda menos) que ir cambiando de piñones, a veces uno va como una bala y otras hay que apretar los dientes para subir la cuesta, pero todo forma parte de la vida, como te decía María.
Leyendo tus entradas logras transmitir tu amor por la naturaleza y por la vida a través de los olores y las sensaciones. Puede que no lo hayas meditado, pero en ti hay más vida y más ilusión por vivir que en muchos que conozco.
Un abrazo y hasta pronto.

Pedro, también llamado "el sapiens". dijo...

Hola Josep, el ejemplo que has puesto de los piñones es muy visual y tan real como esta vida de la que estamos hablando ultimamente. Tienes razón cuando hablas de los mundos que nos creamos al ser capaces de escoger nuestros entornos, nuestras amistades, nuestras aficiones, nuestros libros, nuestras peliculas. Yo he sigo poco ambicioso a la hora de expandir mi cosmos, siempre he dicho que me he dejado llevar pero dando golpes de timón de vez en vez y al final parece que logras navegar mas o menos a tu aire, evitando las corrientes o los escollos..., pero a como todo remero, le llega la fatiga tarde o temprano y creo que eso ha sido lo que me pasó en los ultimos meses de invierno. Ahora me encuentro mejor, sobretodo despues de leer este monton de comentarios cargados de sentimiento, de ánimos sanos y sinceros, de sonrisas y de manos tendidas.
Por cierto Josep, hablas mucho en tu blos sobre las espectativas , sobre los objetivos, sobre las motivaciones..., hace tiempo que no me marco ningun objetivo, bueno, en el tabajo si pero no en lo personal, pero despues de conocer y charlar con Joa he decidido preparar la "Matahombres", es una ruta de montaña muy dura y exigente, la hacen en septiembre en la Sierra de Javalambre, en Teruel. Seria un reto mental mas que fisico, desearia enfrentarme a los miedos y complejos que siempre me han amordazado..., mirar a esa cumbre a 2020 metros de altitud y murmurar, "entre mi mente, mis mamuts y mis ciervas..., podemos hacerlo".
Un saludo Josep..., ah, espero que siempre tengas relatos como el de "los cazadores de rayos" para obsequiar a tu hija y a todos nosotos.

Josep Julián dijo...

Pedro:
Te animo a que hagas la "Matahombres" (yo sería absolutamente incapaz) y a que sigas apareciendo cuando quieras en mi blog. Desde hace ya tiempo, la calidad de los comentarios que dejáis superan con mucho el de las entradas.
Saludos.