Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 14 de junio de 2009

DIARIO DE HOMO, Dando un paseo con Norton y Mia, como otras tantas veces.

A las tres de la tarde y a 30 grados..., no es el mejor momento para dar una vuelta a los perros, pero Norton y Ojos de Miel han salido disparados del chalé y han echado a correr hacia el pinar nada mas abrirles la puerta.



Al poco les alcanzo y veo la pista forestal como se alarga blanquecina y reseca, entre los pinos, casi con su verdor velado por el sol llameante, incluso el cielo aparece blancuzco, descolorido, inundado con esa luz que también enturbia los perfiles de la Calderona.

Empiezo a percibir el calor en mis antebrazos desnudos, bronceados después de la salida en bici con Joa, la semana pasada. También en mis pies, apenas cubiertos por las sandalias, lo noto en mi rostro y en mi garganta, en la laringe al aspirar el aire caliente, aunque tampoco demasiado, sopla de levante pero sin la frescura que en verano hace las tardes y las noches más llevaderas, aquí, en el Pla de Colom.

Sigo caminando, observando y sintiendo como si el bosque y la naturaleza sestearan, no escucho ese zumbido de las abejas recolectando, tampoco las llamadas de las aves ni el trasiego de algún reptil entre los pedregales y desde luego ningún conejo que alegre el paseo a los chuchis..., solo homo y los canidos, que ya jadean y que ya buscan las sombras de los

pinos. Me miran con sus lenguas colgando, jadeando, sin el ritmo de este invierno pasado, sin la alegría de la primavera...







Corono una suave lona y me vuelvo hacia la Calderona, aparece de un azul diluido, la veo difusa y calurosa, allí en la distancia, solitaria, silenciosa, sintiendo la llegada de los calores, de los largos días de verano..., esos que pasé aquí en el chalé, con mis padres, sin mas preocupaciones que la de atenderles y la de recargar la cafetera cada dos por tres, saliendo con las bicis entre cuatro y cinco días a la semana y dando dos paseos al día con Norton, con Mia, con Tora y con el pequeño Cecil. El del atardecer me gustaba, salíamos con el sol casi puesto, llegábamos hasta esta misma loma y como ahora mismo, me volvía hacia ella y la observaba encendida con el resplandor del ocaso, o ya oscura y envuelta por las nubes marinas. La observaba casi sin ropa, con un pantaloncito corto y con las sandalias como única vestimenta, escuchaba las llamadas de los mochuelos y regresaba al chalé..., al día siguiente, volvía a sonreír al amanecer, preparaba el café, daba de desayunar al papá y después me iba con la Flaca, con la Bicipalo o salía a correr con los “bichos” ladrando y alborotando a mi alrededor.

Durante el invierno eché mucho de menos este verano, de hecho usé esos recuerdos para animarme, para sonreír, para no desfallecer durante esos días de lluvia, de frío, de viento..., para no dejar que la falta de trabajo terminara por arrinconarme, por asustarme..., pero bueno, las fríos ya han pasado, ya duermo encima de la cama, sin taparme y sin camisa, me encanta madrugar, aunque sea en Valencia, percibir esa calma que precede a la actividad de la ciudad, al rumor del tráfico, al estrépito desagradable y demencial de las obras en la vía publica..., pero bueno, los fríos ya han pasado, las escarchas ya no cubren las hojas y tallos rastreros, el vapor condensado ya no mana de las bocas de Norton y Ojos de Miel y el charco de la pequeña hondonada, que permanecía inundado, aparece cuarteado y seco, sin una gota de agua, sin las abejas bebiendo de él y sin Mia atravesándolo a la carrera. Pero se que parte de la vida unicelular que lo ocupaba permanece ahí, entre esos barros pulverizados o en la humedad que aún no se ha evaporado ni absorbido unos centímetros bajo esa superficie calcinada..., los eternos ciclos de la naturaleza.

Ahora el monte me mira mudo, ya algo reseco y con sus verdes apagándose,..., menos la centaurea, creo que también la llaman “hierba de San Pedro”, que florece tardíamente, fresca y lozana, con sus pétalos rosados junto al pasto que ya amarillea y que ya ha esparcido sus espigas al viento o clavadas en la lana del ganado que de vez en cuando atraviesan estos bosques, aislados entre carreteras y urbanizaciones.





Miro a mi izquierda y veo que ya se han llevado las colmenas, recuerdo que hace unas semanas vi a los apicultores manejándolas, me sorprendió verlos con sus trajes blancos y con las cabezas cubiertas con los sombreros enrejillados. Las abejas andaban alborotadas y caminé entre ellas, con algo de miedo, pero sin hacer ningún gesto brusco, poco a poco me fui alejando..., como ahora mismo.

Es curioso, debería estar trabajando, es jueves y la verdad es que en estos últimos días me han entrado unos cuantos pedidos..., pero sigo subiendo aquí a pasear a Mia y a Norton, de la misma forma que todos los miércoles, incluidos los invernales, salgo con la Flaca después de comer a hacer unos 60 kilómetros, me doy una vuelta por la carretera de las Canteras, disfruto de sus pinares, de la soledad de una preciosa ruta, del silencio..., y regreso a la ciudad, a Valencia, a la carpintería y sigo trabajando.

Desde que estoy solo me organizo a mi aire, en invierno suelo ir a correr a las doce de la mañana, el sol invernal es un regalo para mi organismo, me sienta bien, después una sesión ligera en el gimnasio, la ducha y de nuevo al trabajo. Los clientes me van entendiendo poco a poco, al principio se escandalizaban de mi actitud..., como “poco seria” ante mi negocio, pero año tras año, desde el ictus de mi padre, han comprobado que esas pautas les benefician tanto a ellos como a mi, estoy mejor anímicamente y afronto los pedidos con mayores ganas. Es una forma de mandar sobre el poco espacio que me queda de vida personal, es una forma de elegir como afrontar el día a día mientras pueda hacerlo, no se durante cuanto tiempo podré disponer así de mi vida, no se si acabaré como trabajador de alguna carpintería o de peón de albañil, no se cuanto tiempo podré comer de mi trabajo..., por eso estoy dando este paseo con mis perros, a pleno sol y sintiendo y contemplando como la vivacidad de la primavera a quedado atrás, observando como amarillean los pastos y como quedan en pie los cadáveres marchitos de los esbeltos gamones o como surge de entre los roquedos ardientes, los brotes de la llamada “uva de pastor”, apenas si se distingue entre los grises de los cantos recalentados..., recuerdo las pedaladas de marzo, recuerdo el azul precioso de los lirios, las flores rosaditas y pequeñas de los tomillos, las margaritas de las estepas blancas y negras, el polen de los pinos amarilleando los horizontes...




Mia y Norton ya no corren, trotan por delante de mis lentos pasos y me esperan a la sombra de los pinos.

Nos metemos por el bosque, percibo como la pinocha reseca cruje bajo mis sandalias, agradecemos la sombra y bajamos al pequeño barranco, apenas de metro y medio de profundidad, descarnado y mostrando las enormes losas que subyacen bajo la tierra. Aún puedo distinguir los líquenes que forran las rocas, pero están secos y apagados, los colores aquí son pobres, apenas si hay contraste de tonos..., salvo los de esa adelfa que surgen rosados y alegres en medio del bochorno.










Dejamos la grieta, su leve frescor y salimos de nuevo al sol, y me encuentro con una simpatica mata de siempreviva, aún mantiene sus flores amarillas y todos sus tallos ligeramente inclinafdos.Nos movemos entre las matas de esparto que siguen mostrando sus largos tallos espigados, las fibras rastreras me rozan las espinillas y vuelvo a sentir los rayos del sol contra mi cuerpo... es fascinante que ese calor llegué atravesando el cosmos, a mas de 135.500.000 kilómetros de distancia y que podamos sentirlo como cuando acercamos la mano una hoguera, que huyamos de él en él estio y que lo busquemos en los meses de invierno..., seguimos caminando, dando la vuelta de los miércoles por la tarde, atravesando el ultimo bosquecillo de pinos y de pasto reseco...

... y regresando al chalé..., Norton y Mia no se lo piensan y de la misma forma que hace casi una hora salían de aquí como toros desencajonados, ahora son los primeros en esperar en la puerta para lanzarse a la carrera hacia la piscina..., les encanta meterse hasta la barriga para beber, realmente son los únicos que usan la piscina, aunque las golondrinas también hacen sus vuelos rasantes sobre la lamina de agua, las alegres “lavanderas” corretean a veces por los escalones llevándose los insectos ahogados, los gorriones acuden a darse algún baño y Norton persigue a las libélulas, les gruñe, les ladra mientras la golondrina desciende y planea a pocos centímetros del agua, bebe un par de veces, unes leves círculos se forman cada vez que su pequeño pico toca el liquido y vuelve a remontar por encima de las finas copas de las tuyas, se pierde en ese cielo deslumbrante y Ojos de Miel me mira esperando que abra el bote de comida húmeda.





























4 comentarios:

María Hernández dijo...

Como siempre haces que tus "escapadas" parezcan "grandes relatos". Tienes una capacidad extraordinaria para captar los detalles más nimios de tu entorno, de lo que miras y ves, de lo que observas y luego saber plasmarlo en letras para el deleite de quienes te leemos.
Parece como si Mía "Ojos de Miel" estuviera aquí, a mi lado, jadeando, cansada, pidiendo su ración y no tengo perro, ni lo tuve, jajaja.
Como siempre...espectacular. No pierdas la costumbre de captar los detalles y hacernos partícipes de ellos.

Saluditos

Pedro dijo...

Maria, creo que no eres consciente de lo oportuno de tu comentario...,cuando leas el mail que te he enviado lo comprenderás, besitos..., mujer sabia.

Ñita......Anto Ñita!! dijo...

Opino igual que Maria,a mi tambien me sorprende y me llena de envidia (sana....por supuesto jejeje) la capacidad que tienes para describir lo que estás viviendo,y como eres capaz de transmitirnoslo a los que tenemos el placer de leer tu blog......Saludos.

Pedro Bonache dijo...

¿Que tal África...?, ay señor que sería demi sin vuestros comentarios. Es curioso, os gusta el detalle, lo curioso, las cosas pequeñas que veo y que me llaman la atención..., justo en este momento en que vivimos de los inmediato, de lo resumido, de la sintesis..., dejando de lado el detalle y lo minucioso.
Bueno, espero no aburriros con esa descripción casi siempre precisa y concienzuda, microscopica, diria yo, siendo demasiado benevolo conmigo mismo.
¿Y como está el papá despues de aquella odisea por el hospital...?