Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

lunes, 16 de abril de 2012

UNA VIRAGO 535 EN EL ALTIPLANO GRANADINO.





El altiplano granadino surgió fresco y con sus extensos campos de cereales, verdes y vivos extendiéndose hasta las faldas de unas montañas que se elevaban dulcemente hasta desparecer entre las brumas y entre las nubes bajas, entre las ventiscas de agua nieve que azotaban sus cumbres.

A veces los campos estaban en barbecho y enseñaban el color de la tierra, revuelta, volteada y dejada reposar, en otras parcelas eran los olivos los que crecían espaciados, a suficiente distancia entre unos otros como para seguir alimentando esa sensación de estar entre espacios enormes y planos, entre llanuras despejadas de monte bajo y de maleza sobre las que podrían correr mis galgos imaginados, quizás mas rápidos que nunca si la rabona saltase a favor del viento. De unas ráfagas racheadas contra las que luchábamos Duna, Mathius, Águila Culebrera, Chiwy y yo.

Pero no dejaba de mirar aquellos campos, de girar la cabeza, de apartar los ojos de la carretera y de mirar a través del integral esos paisajes que tantas veces había imaginado, no era la meseta, pero lo recordaba mucho, pero al final me atreví a hacer algo, me atreví a soltar la mano izquierda y a moverla simulando que era la carrera de un lebrel, algo que solo yo podía entender, algo que solo yo podría imaginar y gozar.

Continuamos el viaje y Puebla de Don Fadrique surgió preciosa, al final de un descenso en linera recta, encaramada sobre una ladera y rodeada de unas cumbres, a veces llenas de sol y otras cubiertas de nubes que se desgajaban contra ellas impulsadas por el viento Se partían en mil gotas que se derramaban sobre las viseras de los cascos y sobre el asfalto, algunas se helaban formando pequeños copos de nieve que me inquietaban y que siseaban cuando caían sobre las aletas de los cilindros. Duna los evaporaba como tratando de tranquilizarme, tratando de hacerme gozar como lo había hecho durante el viaje, rodando sin problemas, redonda y capaz, contra el viento y bajo la lluvia y la nieve que nos sorprendería nada mas salir de vuelta a Valencia…, pero eso tampoco detuvo a las vieja 535, tan solo se detuvo en la puerta de la carpintería.

Aparcamos en el Hostal Puerta de Andalucía y nada mas quitarme el casco le pregunté a Águila.

- ¿Sabes lo que quería decir con el gesto….?.

- Joder, estaba clarísimo –respondió la motera, agitando su melena negra y sonriendo tranquila y relajada, como si acabase de darse un paseo con un ciclomotor y no mas de 250 kilómetros tumbada sobre su Monster- eran tus galgos corriendo.


No me lo pude creer y tardé en murmurar algo, en tartamudear una respuesta, pero esa era solo una de las sorpresas que me esperaban en La Puebla, la mañana del domingo, mientras tomaba un cortado largo, pero que muy largo de leche, descubrí una silueta esbelta y elegante dentro de una vitrina de recuerdos de la tierra.

Un lugareño, ya mayor, observó mi entusiasmo y cuando el camarero sacó el galgo del expositor, me miró sonriendo y preguntó.

- ¿Que es usted cazador…?, como se lleva un galgo.

Me senté junto a él y sonreí.

- No, pero me gustan mucho tengo un mestizo con podenco y una podenca andaluza también cruzada, ellos son los que cazan…, y me encanta verlos correr, sobre todo al medio galgo barcino.


La conversación con aquel hombre fue breve pero muy agradable y un poco después, durante una de las veces que me asomé a ver si dejaba de nevar escuche una voz a mi izquierda.

- Hay que ver cuanta razón tienen los refranes –murmuró con el marcado acento sureño- al invierno no se lo come el lobo.

Y dio una calada a su cigarro, miré las montañas tiznadas por la misma nieve que llegaba por oleadas hasta las propias escaleras del hostal y descubrí que Duna me había levado a algo más que a una quedada motera, descubrí que el viento racheado había hecho algo mas que zarandearme. Había salido de mi casa, había dejado parte de mis miedos y manías y durante esa ruta se habían ido desprendiendo las ataduras y alguna de las obsesiones…, me asomaba a un mundo rural en el que la gente aún miraba al cielo, como leyendo en una pantalla tan clara como la de un ordenador o como en la de un smartphone y descubría que tras tres años tecleando y hablando con personas, que parecían virtuales, existían los abrazos, las sonrisas, las charlas y la convivencia, el compañerismo y algo de heroísmo compartido, cuando todos esos moteros y moteras volvieron a montar para regresar a sus casas, en medio de un invierno surgido de entre las fauces de un lobo solitario, que no llegó a comérselo y que durante dos días nos enseñó unos dientes tan afilados y cortantes como los de ese lobo refugiado en Sierra Morena.


6 comentarios:

Ars Natura dijo...

Y después, cuando se llega a casa tras haber vivido ese torrente de experiencias y sensaciones, qué sucede? la vuelta a la rutina? Al menos quedan los gratos recuerdos...

A mi también me sorprendió la nieve por mi tierra.

Pedro Bonache dijo...

Bueno Goyo, queda el haber pisado Andalucia por primera vez en mi vida y también queda una sensación extraña y curiosa, la de haber vencido el miedo a salir de mi casa, a alejarme de mis entornos habituales, a mis rutinas y la del miedo a la misma Duna, fué una ruta con complicaciones climatologicas, pero estuve ahí, tranquilo, relajado y cubriendo esos casi 600 kilometros a brodo de la vieja Duna, que la verdad se portó pese a sus 21 años.

Ars Natura dijo...

Eso está bien, lo de espulgarse y sacudirse como hacen los canes de los parásitos que vamos arrastrando con nosotros y beber aires nuevos, más frescos que infundan en nuestro ser nuevas energías...

Me gusta esa silueta de galgo...

Pedro Bonache dijo...

Goyo..., y me encanta esa comparación, como cuando los perros se sacuden y todo sale disparado..., incluso hasta se les levantan las patas de atrás, tal es la liberación.

Jesús dijo...

Y yo pasando frío por la Calderona...
Me alegro que te lo pasaras bien. Lo que está claro es que aún cuando te separas de ellos están contigo, te persiguen...es lo que tiene la manada.
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Un abrazo Pedro.

Pedro Bonache dijo...

Asi es Jesús, pero bueno, este finde vuelvo a la Calderona, con la manada y con la serrania, pero como se suele decir, un pelín cambaido..., a mejor, espero.