Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 30 de mayo de 2010

Mi primera kedada motera, en "Run-run Zing, diario de una pequeña custom 125"




   - ¡ A ver que ha escrito Bicipalo…¡ -voceó Águila Culebrera, a la sombra del vergel brotado alrededor de la albufera de Anna y junto a Mamimator…, que había traído el libro en su mochila y a lomos de su adorada Cheyenne 125.
   Vi como se inclinaban ligeramente hacia las hojas, como los cabellos negros de Águila pendían hacia el libro, hacia mi desgarbada letra, casi ilegible y con la que había intentado plasmar lo que venía sintiendo desde que a finales de noviembre me monté por primera vez sobre Run-run.
   Y allí estaba…, acudiendo a mi primer “kedada” motera…, un domingo por la mañana, soleado, sin apenas viento y sin haber montado sobre la Flaca para pedalear hacia Serra, hacia Porta Coeli, hacia Náquera…, simplemente giraba el puño de acelerador y me fijaba en los chalecos negros que me precedían, veía los pilotos rojos, sentía el viento y rodaba envuelto en el petardeo ruidoso y casi retador de la Daelim de Dani, veía también a Soni, a Bermu y por delante de todos ellos, abriendo camino y con los camales de sus vaqueros ondeando al viento…, la silueta inconfundible de Mathius lanzando su horquilla sobre el asfalto sobre el que rodábamos hacia Enguera, hacia el poblado sobrevolado tantas veces por ese Águila Culebrera que nos esperaría a la entrada…, y si miraba el retrovisor, veía las luces encendidas del resto de la casi docena de custom. Veía el foco encendido de Chiwy, su pañuelo cadavérico en una sonrisa siniestra pero al tiempo burlona…, como si la muerte vestida de motero me siguiera, pero no para degollarme con su guadaña, si no para advertirme de que ella siempre andaba rondando entre las líneas discontinuas, entre los quitamiedos, entre las curvas, esperando en las cunetas.
   Parpadearon los intermitentes y nos paramos a recoger a Moset y a Kitty, a Frates, imagino que también a Pájaro…, eran demasiados nombres para memorizar, demasiada atención cuando los motores volvieron a petardear roncamente, cada uno con su voz, con su sonido…, una mezcla de explosiones y vibraciones metálicas.
   Volví a colocarme el casco, las gafas y volvimos a la autopista…, fijé la distancia sobre la maquina de Bermu y giré el puño, clank, cambié y volví a acelerar, volví a sentir un brioso tirón al estirar la tercera con el nuevo piñón de 17 dientes, el del club…, y clank, cambié a cuarta casi a 100 por hora, clank…, quinta y me concentré, ya algo mas relajado que en la Pantera Rosa, a eso de las nueve de la mañana, cuando volví a sentirme un poco extraño entre las Shadow y Drags que aparecían roncas y poderosas, masivas y repletas de detalles, de sutilezas cromadas, de flecos y pilotos achinados. Entre chalecos de cuero repletos de parches, entre cadenas y entre los relojes que regalaban con la edición dominical del Mundo. Corso y Chiwy enseñarían sus relojes de la Ruta 66 hasta la saciedad, hasta el cachondeo continuado y casi desternillante.
   Soni apareció en la Pantera con su Aquila 650, le di las gracias por la esmeralda que me había concedido, a Mathius también, con un apretón de manos después de preguntarle por la  operación de su padre.
   Faltaba Ander…, pero no esperamos mas, me entró un escalofrío y recordé aquel domingo que quedé en el mismo lugar para conocerles, para charlar un rato con ellos. Aquel domingo ellos salieron hacia Enguera y yo me volví a casa…, pero antes vi como se alejaban hacia el semáforo, les vi como planear sobre los carriles, como volar, como libres…, pero esta vez Run-run y yo batíamos las alas junto a ellos, como había visto hacerlo a los vencejos durante la mañana…, sentí como mi estomago se contraía y las vibraciones del pequeño 125 entre mis piernas…, clanck, primera…, bajé el bordillo y el bramido de los escapes de Mathius resonaron en mis oídos, el sonido de la Zing se perdió entre los rugidos que restallaban desde los cilindros y comenzamos a rodar…, me puse nervioso, no sabia donde colocarme, que distancia mantener…, y aceleré, la pequeña custom se lanzó detrás de las grandes cruisers y traté de rodar como cuando lo hacia entre los pelotones de carretera, atento, sin distraerme…, y a unos 100 por hora.
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    Un águila posada en la cuneta…., cerca de Enguera.
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    Dejamos la autopista y llegaron las curvas, la carretera comarcal…, bajé a cuarta, después a tercera y traté de no perder la estela de Dani y su Daelim…, fui tumbando curva tras curva, reduciendo, acelerando, titubeando en alguna rotonda y viéndola fugazmente, un águila culebrera se había posado en la cuneta y batía sus alas saludándonos, yo no me atreví a hacer nada, ni a saludarla con la mano ni a tocar el claxon…, me limité a sonreír y a girar a derechas. Pude escuchar de nuevo los rugidos de los escapes, el sonido de las bocinas y al rato el paso rápido y elegante de Águila Culebrera, erguida en su Shadow azul y blanca, esbelta y dejando que algunos de sus cabellos como el azabache fuesen agitados por el viento.
    Entramos en Enguera como jamás pensé que lo haría, atronando, envuelto en una tribu de casi una docena de custom que alborotaban entre las callejuelas, que rodaban tras la estela de la rapaz que se movía por su poblado como la reina de las aves.
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   Recalamos en el bar y los motores enmudecieron, sonaron las voces, las risas, los comentarios, la charla entre jarra y jarra de cerveza, entre alguna Coca-cola y entre una botella de agua, de la que me daba cierta vergüenza beber…, después los cafés, el aroma peculiar del tabaco de liaba Soni y el ceño algo fruncido y triste de Águila, acababa de perder el móvil y una legión de moteros se movían entre los arcenes buscándolo…, yo ni me había enterado, pero los compañeros de Alicante ya rodaban entre nosotros, de hecho vi una de las custom con un par de banderitas ondeando desde el respaldo trasero. Cuando paramos en la carretera me acerqué a ella, a la mujer que pilotaba la Cheyenne.
   - ¿Mamimator…?
   - Soy Bicipalo.
   Sonreímos y dos dimos un par de besos.
    - Ves como las 125 también aguantan –comentó.
    - Bueno, la verdad es que hemos venido paseando…, gracias a ellos, que no han pasado de 100.
    - Son buenos chicos.
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    No puede evitar echar un vistazo por las cunetas, por el asfalto…, pero nadie encontró del móvil de Águila, al final ella montó sobre su Shadow y volvió a guiarnos hasta el lago de Anna, fue ella quien paró a la entrada y quien habló para que no nos hicieran pagar los tres euros de la entrada…, y lo consiguió, rodamos lentamente bajo una agradable sombra, en medio de un oasis que detenía la intensa luz del sol, entre lagunas ocupadas por gentes que se bañaban, que se divertían…, mientras la manada de custom ronroneaban casi inofensivas, dóciles, como mansas…, como un rebaño de bisontes silenciosos y plácidos, como una manada de caballos libres y salvajes que se movían seguros en su territorio, que bebían cerveza y cafés en aquel rincón bajo las ramas y las hojas de los arces.
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   Águila y Mamimator trataban de descifrar mi letra nerviosa y nada armoniosa, se quejaban de que habia ocupado demasiado espacio en el folio y Frates de que no entendía lo que habia escrito, Chiwy reía, Corso también…, allí estaban todos, Ferry, Bermu, Moset y Kitty, Soni, Dani, Chefo, Pajaro, el opulento Frates pasando el libro de Espiritu Custom para que todos pudiesen ojearlo, a mi lado Mathius algo inquieto y deseando llegar al hospital.
   - Hoy Mathius no puede abriros la ruta de vuelta, hoy voy a bajar rápido, quiero comer con mi madre.
   Dejamos la albufera y la manada de customs se fue disolviendo, Águila voló hacia Enguera, creo que con algunas motos tras ella…, Mathius desapareció haciendo rugir sus escapes, Frates también se despidió en la autopista, Dani y su preciosa Daelim saludó al salirse…, enseguida eché de menos el sonido típico de biplano de la Primera Guerra Mundial y me quedé a solas con Corso, Chiwy y Bermu…, me dejaron a la altura de Silla y murmuré contra el viento.
    - Bueno Run-run…, nos hemos quedado solos…, pero te has portado muy bien.
 



3 comentarios:

Josep Julián dijo...

Hola Pedro:
Ya sabes que me gusta mucho ir en moto pero nunca me ha atraido ir a concentraciones moteras, no es lo mío aunque entiendo perfectamente esa mezcla de placer y de preguntarte qué puñetas hacías allí.
Desde que tienes a Run-Run creo que ya habrás establecido con ella esa relación especial del hombre con la máquina y que es tan difícil de explicar a quien no ha pasado por ello.
Tu moto nunca te dejará, otros puede que sí.
Un abrazo.

Pedro Bonache dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pedro Bonache dijo...

¿Que tal Josep...?, bueno te diré que no era una concentración. Se trataba de firmar en un libro, el del foro espíritucustom...., que va dando la vuelta a españa encima de una custom, desde luego. Deseaba conocer a la gente del foro, en total creo que nos juntamos unas 16 motos, suficiente para poder hablar con todos, para conocerlos y en fin, para tratar de ir sintiendo esa relación entre hombre y máquina que comentabas.
Un anbrazo Josep..., entre los moteros dicen esto, Vssssss.