Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 8 de noviembre de 2009

"RIBAZOS EN LA CALDERONA", la casualidad tres años despues.

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El sábado pasado pedaleé a solas por la Calderona, Joa tenia carrera de montaña, a pie el domingo y quería descansar..., quedamos en que ella subiría a las Tierras Altas a eso del medió día, cuando yo acabase de cabalgar con la Primigenia, también llamada la Bicipalo.
Rodé por la vía de servicio con el viento del norte en contra, molesto, desagradable pero cálido y después de saltar el quitamiedos empecé a rodar por las pistas de tierra, remonté el camino del Campillo, a buen ritmo y con la mente bullendo, analizando las nuevas sensaciones que habían surgido durante la semana al ritmo de Run-run y al tiempo algo gozoso y relajado al ir comprobando que día a día iba manejando mejor eso de cambiar con el pie y embragar con la mano..., sonreí y di gracias a mis neuronas por ir adaptándose a las nuevas necesidades locomotoras..., también a mis piernas, que movían los pedales con habilidad, silenciosamente.



Vistas de la Sierra Calderona desde el collado de la
Moreria.

Coroné el Collado de la Moreria, el viento sopló con fuerza sobre sus poco mas de 600 metros de altitud y desplegando las alas planeé hasta la Font del Berro, presioné las manetas de freno y desmonté junto a la fuente.
- Bon día...- saludé- y que aproveche...
- Bon día..., y gracias.
Me encontré con dos hombres y una mujer que almorzaban junto al caño de agua, tenían una vieja furgoneta azul aparcada a un lado y sobre los bancales de piedra de la fuente había desplegado las vituallas. Distinguí una buena cuerda de longanizas de Pascua envuelta en papel encerado y antes de empezar a salivar caninamente aparté los ojos y llené el botellín, bebí con ganas, el viento me había resecado la garganta.
- ¿Vas solo...? -preguntó unos de ellos.
- Pues si..., llevo ya bastantes años rodando a solar por aquí, bueno últimamente salgo con mi novia, pero hoy no me acompaña.
Empezamos a charlar, a hablar de la sierra, de sus fuentes, de sus bosques, de los cazadores..., en eso llegaron tres ciclistas mas que también se unieron a la charla, mientras uno de ellos clavaba sus ojos el la ristra de embutido, observé que se humedecía los labios inconscientemente..., la chica también se dio cuenta y tardó poco en ofrecerle una pieza. El ciclista se disculpó de su osadía y tomó la longaniza, la masticó entre sus molares y volvió a dar las gracias mientras la deglutía gozoso.
Continuamos charlando, hablamos del uso de la sierra y yo no tardé en despotricar contra los burócratas que dirigen el parque, contra la manía de los políticos de meter las zarpas en todo, más allá de las arcas del estado, mas allá de los impuestos que pagamos los ciudadanos..., ni siquiera el bosque quedaba a salvo de la avaricia, de la corrupción, de la repugnante gestión del medio ambiente que realizan desde despachos con aire acondicionado y calefacción.
- Y gestionar el monte es algo bastante fácil, no hace falta ser un ingeniero forestal vendido a un color político..., simplemente hay que recuperar las formas de vida que hace años se desarrollaban aquí..., hace unos años me encontré con un hombre que había parado aquí con un Patrol, estaba llenando garrafas de agua y tenia una pequeña deformidad en una de sus manos...,
Y noté la mirada intensa de la muchacha..., tendría unos pocos años menos que yo, sus cabellos eran rubios y lisos y su rostro ancho, franco y de perfiles muy redondeados.
- Ese era mi padre..., y el suyo -dijo mirando a otro de los chicos.
- ¿Siii...?, ostras, no me lo puedo creer..., pues escribí sobre él, envié una carta al periódico hablando de los ribazos, de los muretes que hay por toda la Calderona..., y de la breve pero amena charla que tuve con vuestro padre.
- Si..., a el le gustaba mucho hablar, contar como se vivía aquí antes... -comentó la hija..., y miró la fuente, la pista, los pinares

La Font del Berro y una de sus vistas.


- Una vez le Tele Serra le hizo un reportaje -dijo su hermano- explicaba como hacían el carbón hace años, como preparaban la leña y como vigilaba para que no prendiese.

- A mi me habló de las cabras que pastaban en las laderas de la Vigueta y de cómo cultivaban la montaña con las terrazas hechas de ribazos..., aún me encontré con él un par de veces mas, pero hace tiempo que no lo veo.

- Murió... -murmuró ella.

- Ah..., lo siento.

Estuve allí un rato más, los ciclistas me pidieron la dirección del blog y nos despedimos, ellos empezaron a remontar hacia la Moreria y yo me dejé caer hacia el barranco de Vigueta, los hijos de aquel hombre que había recorrido la Calderona en burro y a pie, los hijos de ese hombre que les había mostrado una Calderona virgen y pura, frondosa y rica..., antes de que los incendios la devastasen..., quedaron en la Font del Berro, no se, imagino que recordando a su padre o a los enormes pinos y a las espesas umbrías que ellos si conocieron..., yo no llegué a tiempo de ver esos famosos bosques de pinos y alcornoques, pero por lo menos aún he llegado a tiempo de disfrutarla y gozarla entre los jóvenes pimpollos que poco a poco van repoblando la serranía, mas allá de esos ostentoso carteles de las empresas privadas que anuncian repoblaciones amparadas en esos curiosos planes de actuación que solo sirven para que bailen las comisiones de unos bolsillos a otros.

A continuación reproduzco aquella carta, no he retocado nada..., pese a volver a leerla, habría añadido algo mas, pero debo mostrarla ceñida a las veinte líneas de rigor que te exigen para publicar en prensa.






CARTAS AL DIRECTOR.

RIBAZOS EN LA CALDERONA.


Este sábado me adentré con mi bici de montaña en la Sierra Calderona por unos caminos forestales que salen a la izquierda del repetidor de telefonía móvil que se levanta junto a la explotación de naranjos El Pinot. Serpenteé entre algunos chales, levante los ojos hacia los peñascos marronaceos que se cernían sobre la estrecha pista, atravesé el pedregoso lecho del barranco y sentí cierta tristeza, supe que cuando se ejecutase el PAI sobre las fincas de cítricos todo esto desaparecería. Apreté los dientes y continué pedaleando, ese sábado necesitaba más que nunca de la sierra para relajarme, para contarle mis problemas, para dejar que mi mente se liberase de la presión que había sufrido durante la semana..., ella me acogió con unos tonos apagados, con las pistas secas y polvorientas, con las hierbas amarilleadas, pajizas, con calor y con agua cuando paré a la sombra de la Font del Berro, después de coronar el Collado de la Morería y dejarme caer hasta la fuente. Desmonté y esperé unos segundos a que se llenase la garrafa que recibía el escaso caudal. “Llena hombre, llena...”, el hombre la apartó y pude beber, me senté en una bancada excavada en la misma piedra de la sierra y el hombre señaló hacia el barranco de Vigueta. “¡ay..., quien te ha visto y quien te ve...!”, exclamó. Entablé una calmada y amena charla con él, me habló de cómo se vivía en la sierra hace sesenta años, el aspecto que tenía..., pero lo que más me impresionó fue el origen de los ribazos, de esos muretes que jalonan muchas de las laderas de la sierra. Picaban a mano la montaña y con las piedras que salían los levantaban, en esos bancales cultivaban vid, plantaban higueras, ciruelas de montaña, almendros..., el cielo regaba y después bajaban a las poblaciones cercanas a vender los frutos cargados en caballerías, a pié por los senderos..., y la Calderona volvió a fascinarme. (julio de 2006)























2 comentarios:

Josep Julián dijo...

Qué ilusión hace que alguien te hable de tu padre ¿verdad?
Para esa chica eso le habrá dejado mejor recuerdo que compartir un rincón que el frecuentaba.
Todo cambia, pero hay cosas que nunca cambian, por fortuna.
Un abrazo y a seguir bien.

Pedro Bonache dijo...

Hola Josep..., yo tambien me emocioné un poco, fué muy curioso, ese encuentro casual con gentes que hundian sus infancias en estas montañas. Y como bien dices le debió quedar una hermosa impronta..., claro, es que yo hablo con todo el mundo.
Venga Josep, a continuar observando a nuestro alrededor y a seguir conbtandolo.