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El recuerdo estaba ahí, pero cada vez mas difuso y la imagen iba esfumandose, diluyendose tras el paso de estos últimos 36 años, pero no las sensaciones que despertaron en mi, aquel mural pintado en una de las paredes del restaurante Blayet, en el Perellonet.
A mi padre le gustaba pescar y como yo era el unico chico de entre sus cinco retoños, a poco que pude sostener una caña de pescar, me llevó con él.
Los sabados madrugabamos y papá hacia una tortilla de patata de buena mañana, cargabamos los trastos en el Seat 1500 y las cañas en la baca, a un lado.
Recuerdo que el 1500 no tenia aguja en el velocimetro, era una lineas de color naranja o rojo que se desplazaba hacia la derecha, me gustaba mirarla, igual que ver a papá moviendo la palanca de cambios en el volante, aquello era genuinamente original.
Llegabamos al canal con las primeras luces y despues de poner las sillas en los puestos, nos acercabamos a tomar un café en el restaurante Blayet. Papá pedía un carajillo y solía añadir.
- Para él un café con leche, pero con poco café.
Y mientras esperabamos yo observaba aquel mural y no terminaba de entender porque habian dibujado así a aquellos pobres perros, tan largos y deformes, jamás lo entendí y tampoco entendía que nadie más se diese cuenta. Despues, me tomaba el café con leche y volviamos al canal, con un poco de suerte, las llisas estaban de buena gana y despues de mucha paciencia podía ver como la puntita de la pluma se hundía un poco, apenas un timido gesto, un leve roce del mujol sobre el amot.
Las llisas picaban así, no engullían el cebo, tan solo lo tocaban, en ese momento daba tirón hacia arriba, muchas veces el aparejo salía disparado del agua, sin nada clavado en el amot, pero más de una vez, el aparejo se quedaba bajo las aguas del canal, bajo esas aguas salobres que buscaban el mar desde la Albufera, entonces la caña se recurvaba, el hilo se tensaba, mi pulgar apretaba el carrete valenciano y la emoción me invadia, mientras papá me miraba satisfecho y los otros pescadores exclamaban.
- ¡Collons con el xiquet...!
Jamás podré olvidar aquellas jornadas de pesca, el día que las olvide nada tendrá sentido ya, forman parte profunda de mi yo.
Jamás podré olvidar aquellas jornadas de pesca, el día que las olvide nada tendrá sentido ya, forman parte profunda de mi yo.
4 comentarios:
Bueno, ya sabemos de donde te viene esa fea costumbre de madrugar :)
Feliz año, Pedro.
Nostalgia de Año Nuevo... Verdad ?
(Ah, esa costumbre de madrugar, es realmente,... fea)
Un abrazo !
Moskis...., es que me acuesto muy pronto,hoy he batido records y estaba como un buho a las 4.30 de la madrugada y encima sin novela que escribir y ni mujer a la que molestar..., je,je,je.
Ya que has terminado la taréa de tu novela; no recuerdo haberte dado permiso de dejar sin letras (y fotos) tu blog jejeje
Abrazo.
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