- ¡Ahí va Churria…¡ -gritó Paul.
Y la vida surgió de entre aquellos perros
flacos, la vida surgió de entre esa tierra y arrancó ante sus ojos. Alberto vio
a la liebre acelerar en línea recta y apenas un segundo después vio a Churria saltar catapultada hacia ella.
Paul buscó con la mirada a Niño
Cazador, estaba tras ellos, algo
lejos, despistado y orinando sobre unos matojos, Alberto también lo vio, pudo
contemplar como las patas traseras le impulsaron, vio como sus orejas
desaparecían pegadas al cabeza y como el animal volaba hacia él.
Era una visión de frente, podía ver los dos
ojos oscuros y como las cuatro almohadillas caían una y otra vez sobre la tierra
reseca y endurecida, emitiendo un sonido sordo y rápido que fue aumentando de
intensidad hasta que le alcanzó.
Alberto se quedó quieto viéndolo llegar, deseando que el perro no
chocase contra él, se quedó inmóvil sin dejar de mirar esa galopada, sin dejar
de percibir todos los detalles de las decenas de músculos y tendones que
vibraban con las zancadas, con la extensión y contracción de esas fibras.
Pudo sentir como los pulmones hinchados del Niño Cazador le rozaron
las rodillas, algunos pelos se quedaron pegados a sus piernas y lo vió alejarse
con unas zancadas que arrancaban el polvo a la meseta. Esquivó y rebasó al
resto de la rehala y poco a poco fue acercándose a su madre, volando sobre esos
llanos silenciosos y como muertos.
2 comentarios:
Hola Pedro.
El título me ha traído a la mente lo que disfrutaba viendo correr a un galgo Afgano que tuvimos en la familia hace unas decenas de años, verlo correr era un privilegio, cuando bajan el centro gravitatorio a un palmo del suelo siguiendo el relieve en paralelo y pelo al viento, lo que te digo, un espectáculo.
Como lo sabes Tapestry, como lo sabes..., mis galgos estan cerca del final, pero los veo algo cansados, quizás han corrido ya demasiado..., pero dicen que el galgo español tiene mucho fondo y buen final.........................
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