Decenas de galgos, decenas de lebreles y ni una sola liebre, ni páramos ni mesetas, ni extensas planicies ni campos en barbecho, ni parcelas segadas…, y decenas de destinos cambiados. Los galgos paseaban sobre el césped mullido y verde, fresco y agradecido y sus nuevos dueños les acompañaban. Pero puede que yo estuviese viendo algo distinto, veía otras formas de pensar, de sentir y ver. Veía a gentes de ciudad concienciadas con el maltrato animal, imagino que la mayoría de ellos en contra de la caza con galgo y en contra de cualquier tipo de caza.
También veía a esos galgos, algunos de ellos con heridas y mataduras en sus flancos, otros huidizos y temeroso, muchos de ellos de gestos comedidos y delicados, pero todos ellos elegantes y finos, esbeltos, de andares pausados, como perros de pasarela luciendo una delgadez fascinante que se llevaba las miradas de quienes paseaban por allí con sus mascotas y descubrían a esos otros perros, a la raza maldita, a los señores de la España mesetaria, al perro de las dos Castillas.
Descubrí las miradas de algunos niños que veían por primera vez a un lebrel, algo tan distinto a los perros de siempre, a los pastores alemanes o a los chihuahuas, a los labradores o a los carlinos y escuché algunos historias que ya había escuchado, las de galgos que se aterrorizaban ante el hombre y que sin embargo se dejaban mimar por las mujeres y los niños, galgos que llegaban desde Córdoba o desde las Castillas o desde Extremadura…, galgos que habían tenido suerte y que habían cambiado las sogas alrededor de sus cuellos o la cruel soledad de un pozo por las familias de esas gentes de ciudad, que incluso les daban besos, que les trataban con mimo y que siempre se preguntaban que habrían vivido esos animales en sus carnes para ser así de temerosos y de retraídos. A veces, cuando uno de esos galgos miraba hacia algún lugar del parque, cabía preguntarse si estaba acechando alguna liebre o si estaba vigilando por si reconocía la silueta de ese hombre recortada sobre cualquiera de nuestras mesetas.
Los poderosos cuartos traseros y el pecho profundo, justo por encima de los corvejones, la cola timón y en las fotos de abajo, los famosos pies de liebre.Largas falanges de pisada rápida y ligera, flexibles.
Antonia y su amado Ulises, otro galgo que tuvo la suerte de encontrarse con mi amiga, se topó con él cuando apenas si tenía un día, abandonado bajo el sol manchego. Lo absurdo de la historia es que el galguero que lo abandonó, ahora lo pretende, ¿quizás para volcer a hacerlo....?
Tito, el galgo de Marta, me saluda sonriente, es un lebrel fantástico, para mi refleja el perfil del galgo mesetario por excelencia, es largo, flexible, dócil y su manto barcino es precioso, hipnotiza y te lleva a los campos del centro de España..., por lo menos a mi.
Quizás, el blanco en el hocico de Tito sea la escarcha de esas primeras heladas castellanas.
Leyre danzando luciendo figura fucsia.
10 comentarios:
La de la 3º foto podia ser la mia!
Salu2.
Entonces tu galga es blanca y barcina o bardina..., es una capa que me encanta. Que guay, aún no me has dicho como se llama.
Sally. El nombre se lo dió la Inglesa que la salvó de la perrera,buscando nuev@ dueñ@, y la"chipeó" con este nombre. Ahora tiene 3 nombres, depende la ocasion; Sally, Flaca o Chochi jejeje.
Referente al color, me gusta más sin blanco, pero ya que es así, que la vamos hacer!
Salu2
Ah, y resulta que mi Gata, Elsa, de pelo largo, tiene el mismo color, (pura casualidad) con las manitas blancas.Salu2.
Son dos bonitos nombres, Sally y Elsa y la gatita con calcetines, je, je, je.
Pues Sally sin el blanco sería el prototipo del galgo de campo o por lo menos es el que a mi mas me gusta, el que define la esencia de esos lebreles.
Qué bonitos son los galgos y cuánto han sido maltratados tradicionalmente...
Menos mal que todavía queda gente que sabe apreciarlos.
Goyo, Goyo..., son especiales, quizás por su estampa y mucho mas especiales si conocemos algo del mundo que les rodea.
Por cierto, los vencejos aún no ha iniciado sus carreras nupciales, estoy empezando a pensar si se estan retrasando.
Pedro, escribes muy bien, ya lo sabía, pero en este post has echado el resto. Sinceramente de todo lo que he leido tuyo es lo que más me gusta, quizás también influye la preciosa referencia que haces a mi Ulises,y tienes razón, le quiero muchísimo, pero no era consciente de que lo trasmitía tanto. Gracias, me ha encantado!
Besos!!
Bueno Antonia, este post también está alimentado con las charlas que hemos tenido, con las cosas que me has contado y si encimas le añades la obsesión, je, je, je.
Un besote Antonia.
Dales tiempo a esos vencejos....
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