- No cambies…¡ -le grito a mi padre cuando reconozco unos de los fotogramas de “Raices Profundas” y me siento junto a el en el sofá, al poco la visión de esas praderas, de las montañas, de los cielos…, nos conmueve y no dejamos de lloriquear hasta que Shane se pierde cabalgando hacia esos perfiles, en la oscuridad de la noche, mientras el pequeño Joe grita su nombre.
Un western magistral.
Filmado cerca de Yellowstone…, el western dirigido por George Stevens, en 1953. Apuesta por los grandes planos, se rinde y parece enamorarse con los agrestes perfiles de unas montañas con algunas de sus cumbres cubiertas de nieve o de brumas…, como las nubes bajas que acompañan a la cabalgada de dos de los campesinos que luchan contra las presiones de Raiker, el terrateniente local que no concibe la aparición, en su territorio, de esos agricultores con permiso del gobierno y con escrituras de unas tierras que él defendió contra cuatreros e indios décadas atrás.
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El pacto con el Diablo.
Y en esa misma noche en la que de nuevo la oscuridad se adueña de los parajes…, Steater, el campesino que ha acogido a Shane, recibe la visita del ganadero, le hace una oferta que él rechaza. Se habla de esos tiempos en el que los pioneros lucharon contra indios y cuatreros, se habla de que esa tierra se regó con su sangre para que pastase el ganado, que ahora amenazan ellos, los campesinos. Se habla del agua, de cómo los agricultores canalizan el agua del río hasta casi desecarlo y de cómo él tiene que llevar su ganado rio arriba para poder abrevarlo…, la lucha por los entornos, por los recursos, por los derechos ancestrales en una época en la que homo aun dependía de la tierra y de la lluvia para sobrevivir, de su fuerza y de su salud.
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Es la lucha del homo por sobrevivir, por buscar el sustento peleando contra las plagas, contra la sequía, contra las enfermedades y contra la terquedad y despotismo de quienes ocuparon esas tierras que ahora ellos labrarán, acabando con el pasto que alimentaba a miles de reses.
“Raices Profundas”, desgrana el argumento eterno con una preciosa fotografía que una y otra vez enfoca a las cumbres, a los picos, al rostro del niño, hijo de uno de los campesinos que siente fascinación por Shane (Alan Ladd), un pistolero que trata de renunciar a su vida de asesino y decide asentarse con una de esas nuevas familias de agricultores.
La noche es rodada como tal, sin focos artificiales, sin luces eléctricas que desvirtúen los parajes, las planicies húmedas y embarradas, como la unica la calle del pueblo, apenas media docena de barracones en mitad de una llanura inmensa que parece hundirse contra las faldas de las omnipresentes montañas…, y sobre ese lodazal camina torpemente Torry, uno de los dos campesinos que han bajado a comprar unos aperos. Se dirige a la cantina, un local en el que no hay pianista, en el que no hay mujeres ni ostentosas lamparas colgando del techo.
- Es el exaltado… -murmura uno de los matones desde el interior.
En esos momentos, Wilson (Jack Palance), el pistolero contratado por el ganadero, sale y camina bajo el porche, sobre las tablas y muy por encima del Terry. Le increpa, le llega a llamar sudista cobarde al tiempo que se enguanta una mano…., el campesino busca su revolver pero el pistolero ya lo ha encañonado…, durante unos instantes clama piedad en silencio, pide clemencia sin separar sus labios paralizados por el pánico…, los planos de las caderas del asesino se suceden y después…, un amplio plano en el que de nuevo se ven las montañas, el barro y la sorda detonación de la pólvora negra, una bocanada de humo blanco y la pesada bala de plomo se hunde en el estomago de Torry, lo impulsa hacia atrás y se desploma en el barro…, no hay sangre, no hay ningún primer plano de su agonía…, relinchan los caballos y ladran algunos perros…, después aullarán en otra secuencia formidable, en otro bello ejercicio de imágenes, de cine, de historias contadas con maestría, de escenas plagadas de detalles…, como el tosco ataúd en el que entierran a Torry, hecho con troncos descortezados, mientras su perro aúlla y los niños se acercan a los potrillos, mientras ríen ajenos a la tragedia, a la lucha por la vida, por las cosechas, por la misma dignidad del homo.
Luchando contra el miedo.
El la misma secuencia del entierrro y con las picudas cumbres como testigos del drama de homo…, se ve la columna de humo de uno de los ranchos, son los matones que han prendido fuego a la cabaña de un campesino que ha decidido abandonar el valle, en ese momento, Steater habla de la dignidad, del valor de esas tierras y del derecho de ellos a trabajarlas…, finalmente consigue convencerlos y corren a apagar las llamas…, será el detonante que termine con la paciencia del ganadero.
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Esa misma noche enviará a dos su hombres al rancho de Steater para citarlo y poner fin al enfrentamiento…, Shane escucha la conversación y descubre a otro de los matones, confiesa que es una trampa y que van a matar a Steater.
El campesino entra en casa bajo la atenta mirada de su mujer, Marie Ann y de su hijo, el pequeño Joe…, una mirada que durante todo el rodaje nos cautivará. Steater busca su revolver para acudir a la cita, su mujer le ruega que no acuda y en la conversación, Steater confiesa que sabe lo que siente por Shane y que no le importa, es un hombre bueno y podrá cuidar de ella y de su hijo…, abandona su dignidad y decide demostrar que él es el cabeza de familia, el hombre…, sale de la cabaña y el pequeño Joe anuncia con su vocecilla.
- ¡Papa…¡, Shane se ha puesto el revolver…
Alan Ladd aparece entre las sombras de la noche vestido con sus viejas ropas de pistolero, de piel curtida y decorada con flecos, con el cinto y la culata blanca de su revolver asomando con la luminiscencia de un colmillo.
- Iré yo…, -afirma Shane.
Pero el campesino no puede tolerarlo y se enzarzan en una pelea que comienza fuera de plano…, se escuchan los gruñidos, los puñetazos y a las caballerias relinchando y dando coces, a las vacas mugiendo asustadas y derribando los vallados, a la mujer presa del pánico y de la desesperación…, Stevens nos muestra la lucha de los dos hombres a través de las ventanas de la cabaña…, planos rápidos en la noche, primeros planos del niño que descubre como su padre también es capaz de golpear, de pelear como los matones…, incluso de derribar a su idolatrado Shane de varios puñetazos. Son dos bestias enzarzadas en medio del polvo, de la oscuridad, ensangrentados…, hasta que Shane desenfunda y golpea con la culata en la sien de su amigo. Lo deja sin sentido y aprovecha para montar y galopar hacia el pueblo.
El pequeño Joe corre tras él, su perro le acompaña y de nuevo volvemos a disfrutar de unas secuencias rodadazas en la negrura, bajo el tenue resplandor blanquecino de las nubes que silenciosamente van atravesando las llanuras y enroscándose en las picudas cumbres.
Atraviesan el río, la espuma destaca clara entre las aguas corrientes…., hasta que la tenue luz que escapa por las ventanas descubre el pueblo mudo y silencioso en la pradera…, Wilson espera a Shane sentado, con las manos sobre una mesa…, se miran y la voz sin rostro del ganadero se dirige hacia Shane, cruzan algunas palabras…, despues con Wilson…, el pequeño Joe y su perro se guarecen bajo otra de las mesas y Shane desenfunda, Wilson también…, pero no es Torry quien tiene delante…, de nuevo las detonaciones sordas, los chispazos de la pólvora negra y el asesino se derrumba entre unos barriles…, el pequeño Joe lo ve todo y le avisa de otro tirador…, el tambor del revolver vuelve a girar, a incendiarse y el humo se estanca en la cantina…, todo ha terminado, apenas unos tiros, unas muertes que salvarán vidas, unas muertes que empujan a Shane a marcharse, a volver a su vida.
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- Uno no puede dejar de ser lo que es…, -le dice al niño ya sobre su caballo.
El chiquillo replica, le dice que le perdona por haber golpeado a su padre, le dice que su madre le aprecia…, pero Shane se aleja hacia esas mismas montañas que durante todo el filme han estado ahí, contemplando la epopeya de homo, su historia, su vida y su muerte.
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2 comentarios:
Hola Pedro:
Perdona que haga ya días que no me paso por aquñi pero es que estoy fastidiado de un brazo y me cuestra escribir. Vi la peli lo menos tres veces y la verdad es que contada por ti parece otra, mejor sin duda.
Cúidate.
Hola Josep, la verdad es que echaba de menos tu comment..., pero al final has llegado aunque sea con el brazo casi en "desuso", pero bueno, espero que lo recuperes poco a poco.
Pues si "Raices Profundas" la vi por primera vez precedida por el comentario de un critico cinematografico..., una buena critica que me hizo fijarme y descubrir muchos detalles, desde esa espectacular fotografia hasta los primeros planos del niño o las grandes panoramicas de los paisajes.
También la forma de rodar las escasas secuencias de acción..., son rapidas y contundentes..., ta duras como las propias vidas de aquellos hombres y mujeres que tuvieron que sobrevivir codo a codo con una naturaleza dura y generosa al mismo tiempo.
Un abrazo Josep.
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