Esta serie de fotos las tomé durante el verano en el viejo cauce del Turia
las voy a usar porque ilustran lo que me ocurrió el viernes pasado.
El momento fue hermoso, lleno de magia y de conjunción con las
avecillas, volaban muy bajas, a menos de
un palmo sobre el césped, por encima de la desierta pradera y jugando, colándose entre los barrotes del parque infantil
de juegos como si ellas fuesen un bando de niños y niñas que algún mago hubiese
convertido en unas juguetonas y confiadas golondrinas…, o eso pensaban ellas,
aunque yo sabía que eran aviones comunes, pero
me dio igual, lo que contemplaba era un espectáculo puro y solo para mis
ojos.
Esta y la anterior foto estan hechas con el móvil y recogen el autentico momento.
Estábamos allí solos en el viejo cauce del río Turia, Cecil, Piper, las
golondrinas y yo, solos en medio de una Valencia revuelta por el viento y con un cielo encapotado, a solas en
medio de unos vuelos lentos y confiados, contemplando ese regalo que la
naturaleza me otorgaba. Planeaban a mi alrededor, flotaban en un juego que
consistía en volar lo mas lento posible, parecían mirarme a los ojos, volaban
hacia mi, se detenían al alcance de mi mano y entonces abrían la cola, me
enseñaban sus barriguitas blancas y daban una voltereta, o se desviaban planeando, virando y rozando las
puntas de hierbas, volvían a elevarse, a descender y a batir sus alitas en
medio de sus cánticos alegres y simpáticos.
Estábamos allí solos y eché en falta la cámara de fotos, aún fui capaz
de hacer unas cuantas con el móvil y estando así, tratando de captarlas al
vuelo, sentí la caricia, pude sentir como el extremo de esa ala rozaba mi
antebrazo, pude sentir como las plumas se combaban y como la golondrina reía y
volvía a planear, a quedar suspendida en el aire para que yo pudiese
contemplarla, para que yo pudiese extender mis brazos buscando otra caricia,
otro mimo…, no pude evitar pensar en esos vencejos de ficción que volaban tan
cerca de Paúl y Alberto que casi podían tocarlos y sonreí, lo que yo había
escrito se había hecho realidad, una realidad que seguía contemplando
extasiado, a solas, hasta que descubrí a Eduardo paseando a su perra.
- ¡Eduardo, mira esto, ven corre…!
El medico forense se acercó sonriendo, como siempre pero la sonrisa se
volvió en un gesto de sorpresa cuando le señalé a las golondrinas que nos envolvían en un
baile flotante, vaporoso y tan lento que podíamos distinguir todas y cada una
de las plumas.
Eduardo sonreía y me miraba, veía como las aves pasaban muy cerca de su
traje chaqueta, entre sus piernas, a su alrededor.
- Eduardo…, no olvides este momento.
Volaban tan bajas que incluso su perra se lanzó tras ellas.
- Lo dicho Eduardo, no olvides este momento.
Por la noche se desató el vendaval y la lluvia y todos nos guarecimos en
la casa, ya en las llamadas Tierras Altas, incluso un bando de gorriones que
solían pernoctar en una morera del jardín, se mudaron al farol que iluminaba el
porche.
Me asomé sin hacer ruido y los pude contemplar, sonreí imaginando de
que la casa se había convertido en el Arca de Noé y al amanecer, cuando dejó de
llover, salí con la manada y descubrí las
huellas del temporal y me dio la sensación de que la Naturaleza había estado
dibujando y modelando con el agua y la tierra y exponía para mi sus obras,
puras y vírgenes al amanecer.
4 comentarios:
Bonita historia Pedro, todo un dejavu el juego de las golondrinas ;)... bonitas fotos.
Un abrazo.
Una historia real Tapestry...,sentir el roce de la golondrina fue una pasada.
Te imagino haciendo fotos como loco a las golondrinas...a veces creo que te reencarnaste por error en homo...¡deberías haber sido vencejo! o... ¡galgo!.
Me encanta la pasión de tus letras Pedro, leyendolas me veía allí con los pájaros, sintiéndome rozado por sus plumas...
Por cierto, menudo cambio de imagen...parece que eches de menos la primavera..
Un abrazo compañero
Así es Jésus, como un loco, es que hay que seguirlas con la camara y disparar sin parar.Pero el otro dia habria sido muy facil, volaban tan lentas que hasta pude distinguir una que debia de ser un avión roquero, sus plumas eran marrones...., fue magico.
¿Y el cambio de imagen...?, pues que no se que hice que el otro formato se esfumó, vaya susto..., al final no puede recuperar la otra plantilla y acabé así, todo verde, primaveral, florido, je, je, je
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