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Muchas tardes cierro las puertas del taller y sigo trabajando al ritmo de la música dance, es una forma de olvidar lo que dicen los médicos, dicen que mi padre se muere lentamente y que poco mas hay que hacer. También es una forma de olvidar la realidad del silencio en la soledad del taller del viejo ebanista, escuchar lo que sonaba en las discotecas en los últimos veinte años me distrae, me hace bucear en mis recuerdos pero descubro que realmente tengo pocos recuerdos asociados a esa música, a esos sones, a esos ritmos…, por eso estoy descubriendo que a veces incluso los invento, invento momentos que jamás he vivido pero que al tiempo me son familiares.
Pero a veces si que surge al chispazo, alguna canción que me recuerda a otras etapas de mi vida, esa en la que las rutinas de los fines de semana en las Tierras Altas se cumplían gozosamente semana tras semana. Esa música me recuerda a Pedrín, mi sobrino, se ponía la radio mientras reparaba la bici en la caseta de los aperos, ya no eran niños de diez o doce años, escuchaban música y me imagino que se asomaban al mundo de la noche montando en los asientos traseros de los amigos que ya tenían coche.
Sin embargo ese recuerdo se desvanece y en la soledad del taller prefiero seguir construyendo una memoria artificial, retazos de vivencias, de sensaciones que vivieron otros por mi. Cuando identifico voces de gente de color imagino las secuencias de Shaft, cuando canta una voz suave de mujer, identifico a una especie de gogó frágil y delicada que canta en lo alto de un pódium mientras miles de ojos la observan sujetando tubos de cristal…, después cuando se termina el cd el silencio irrumpe en el taller como una explosión, me quedo quieto y casi percibo como me precipito al abismo de la realidad, pero me suelo recuperar y sigo trabajando o pongo otro cd de los compré a mediados de diciembre. Una de esas tardes en las que caminaba hacia la Pirámide Musical me encontré con Jonás y no logro recordar si iba montando en su vieja bici o caminando junto a ella…, pero ahora mismo caigo en la cuenta de que apenas si le quedaban tres semanas de vida y ni él ni yo lo sabíamos.
Motos y bicis en la carpintería.
A veces siento un extraño alborozo cuando me veo a mi mismo trasteando, moviéndome por la carpintería.
Con la puerta cerrada se crea otro universo, me siento ajeno a casi todo y casi feliz por disponer de esa planta baja, de ese espacio…, ya viejo, como gastado, muchas veces silencioso, como expectante, como si todo él fuese un anciano que me observase sin hablar, sin decir nada, tan solo siendo testigo de cómo los años han ido pasando entre sus paredes.
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Hace mas de cincuenta años era una vivienda, con habitaciones, comedor, cocina y patio trasero. Lo dueños le alquilaron a mi padre ese patio para que trabajase, allí montaba sus pequeños muebles y en ese misma planta baja guardaba su Derbi de 125. es curioso, tantos años después las motos vuelven al local, también la bici de carretera y con ellas mi forma de concebir el negocio, el trabajo, el oficio que me enseñó mi padre.
Recuerdo que cuando era pequeño, cuando era un crío de unos diez o doce años me bajaba a la carpintería algunas tardes, eran otros tiempos y mi padre tenía a cuatro trabajadores, el serrín y las virutas llenaban el suelo y los esqueletos de sofás y sillones se apilaban a varias alturas. Yo tenía que pasar casi de lado y miraba con miedo al tío Paco, un hombre ya mayor que tenía mal genio y al que tenía miedo. El estruendo de las maquinas era continuo y los martillazos se sucedían uno tras otro.
Ahora yo soy todos ellos, soy mi padre cuando hablo con los clientes o planifico el trabajo, soy el tío Paco cuando monto los sofás y maldigo en voz alta cuando he cortado mal alguna pieza y no encaja, soy el serrador cuando corto en la sierra de cinta…, y soy yo mismo cuando entre semana me visto de ciclista y cierro la carpintería para irme a dar unas pedaladas.
Cuando regreso, la carpintería sigue igual, nadie ha tocado nada y todo está tal cual yo lo he dejado. Guardo la bici, me vuelvo a vestir de carpintero y sigo trabajando rodeado por esas mismas paredes contra las que rebotaba el sonido de las máquinas, paredes de las que penden cientos de plantillas que mi padre diseñó durante décadas, creo que es su legado, es su letra, son sus dibujos, sus números, su espíritu, su impronta. Pero ya son ocho años los que llevo trabajando solo y ya son plantillas nuevas las que se van superponiendo sobre las de mi padre, como los estratos que llenan de franjas los pliegues de las montañas. Ahora es mi legado, mi letra, mis números, mis dibujos…, mi forma de concebir este trabajo.
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Se termina el cd y de nuevo el silencio irrumpe en el taller, me siento tambalearme al borde del abismo, respiro hondo y el bramido de Agata alborota en la calle, la dejo calentar y cierro la carpintería, de nuevo queda a solas consigo misma…, y nada mas montar sobre la 535 saludo a Matias, me sonríe mirando el espectacular v-twin.
- Desde el comedor de casa te oigo y se cuando sacas la 125 o esta.
Mi viejo vecino sonríe recordando sus correrías con su Ducati sport y yo ruedo hasta el hospital, mi padre sigue allí, dicen que muriéndose pero a mi me relaja la intimidad de la habitación, me arrellano en la hamaca y bajo las persianas, entonces se crea un universo de lucecitas que se desplazan por el techo y por las paredes, se quedan ahí, quietas, inmóviles. No se mueven con el giro del planeta, no se desplazan.
- ¿Tienes faena…? –pregunta mi padre desde la cama.
- Poca, papá, poca…, ahora he hecho unos sillones para la feria de Madrid.
- ¿Pero te pagan…?.
7 comentarios:
Como son nuestros mayores... Muriéndose pero preocupado por si tienes o no trabajo... la leche.
Por cierto, no te veo yo a ti bajo los efectos de la música dance. :D
Ay¡ Bici. El tiempo, la vida, la música de ayer...Un padre que poco a poco se va, pero sigue preocupándose por lo que ama, por lo que creó.
Ánimo a ti en estos momentos.
Besicos.
Artus, pues si que bailo si, en esa intimidad de las puertas cerradas, trabajo como mas estimulado hy me haces compañia esos sones. En breve empezará la tanda de audiciones de House y de Hip-Hop, no se que diantres imaginaré pero bueno, algo saldrá de mi cabeza, je, je, je.
Lara..., pues parece que el papá no se va, dice el medico que la bateria lo ha "colonizado" y que ni la bacteria puede conmi padre ni mi padre con la bacteria..., el viernes para casa si no hay complicaciones.
Por cierto, tengo unas ganas enormes de que llegue la primavera, el sol de marzo, el canto de las aves, de que regresen los vencejos...
Besicos Lara..., y besos "pa" ti también, Artus.
Vaya, Pedro, si que le ha salido "respondón" tu padre a las bacterias "colonizadoras". Y me alegro. No solo no se deja vencer por un "oportunista malcarado" sino que encima está pendiente "del negocio". A eso se le llama tener carácter, ¿eh?.
En cuanto a lo del baile, casi te veo más bailando dance y hip-hop, que otros bailes más latinos, como salsa, cumbia o bachata, jeje.
Sea como sea, no dejes de usar el serrucho a modo de guitarra, el cabo del martillo como micrófono, pero CANTA y BAILA siempre que tengas ganas.
Tanto una cosa como la otra son expresiones primigenias, de esas que tanto te gustan, que nos vienen de lejos, de aquellos primeros tambores y danzas tribales.
BAILA, mi querido amigo, siempre que te lo pida el cuerpo, BAILA; no existe mejor fórmula para que hable el cuerpo, sin decir palabra.
Un beso grande, xiquet...
...pero "¿te pagan?", esperemos que si, jeje.
Hey Maria...,un comentario brillante, brujita oceanica. Ya se que a ti te gusta mas el baile cálido, cara a cara y con algo repleto de hielos esperando en la barra del chiringuito, junto al mar y con la costa africana casi al alcance de la mano.
Pero mira, parece que ahora mismo es la bacteria quien golpeo, me acaban de decir que hoy está bastante apagado, ya veré, esta noche duermo yo en el hospital.
Y van pagando, pero mira que les cuestaaa.....
Muchos besos Maleni.
Hola Bicipalo.
Cada vez que sacas a la palestra El Taller del Viejo Ebanista se nota que te fluye por las venas... sólo falta el olor a madera.
Espero que tu Padre haya remontado la zancadilla y esté en casa, custodiando su legado.
Un saludazo compañero.
Tapestry..., y yo sabia que al nombrar a ese viejo ebanista no podrías evitar escribir tu comentario.
El taller sigue oliendo a madera, sobretodo cuando corto esos tablones de pino de Las Landas franesas que compro ahora..., y el viejo ebanista se mantiene a flote entre bandazos y olas que lo zarandean como a un viejo pesquero que poco a poco trata de buscar puerto, aunque es posible que en la noche de los oceanos y los mares termine perdido. En fin es la vida Tapestry..., esto lo escribo, pero espero asimilarlo.
Un abrazo Tapestry.
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