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Descubrí este libro ojeando una revista y decidí comprarlo, me fui a pié hacia el Fnac de San Agustín mientras una enorme tormenta se cernía sobre la ciudad..., pensé en Joa, había ido a correr con los “misjueves” a Requena y observé que la tormenta venia desde allí. Antes de llegar retumbaron algunos truenos y me llegó justo para guarecerme de la tromba de agua. El local volvió a parecerme algo obsesivo, deambule con cierta soltura, recordando la confusión de la primera vez que entré aquí, pero conseguí llegar a la librería sin mayores problemas, pregunté a un empleado por el libro y se frotó la barbilla.
- Si que lo tenemos y según la pantalla debe de quedar uno..., vamos a ver.
Seguí al joven entre las estanterías, tratando de encontrarlo antes que él pero su mano se movió habilidosa entre los lomos de los libros y localizó el último ejemplar.
- Aquí está.
- Ah, muchas gracias..., yo no lo habría encontrado.
El muchacho sonrió y ya mas aliviado paseé un rato, ojeando algunos libros y comprando uno mas titulado “Un antropólogo en Marte” de Oliver Sacks.
Cuando me asomé a la calle, aun seguía lloviendo, un buen número de personas se habían guarecido bajo el vestíbulo, el tráfico levantaba cortinas de agua que barrían las aceras y el vendaval que acompañaba a la tormenta nos enviaba soplidos de lluvia que nos hacía retroceder. Pero apenas duró unos diez minutos y poco a poco la lluvia remitió, las nubes se fueron dispersando y el sol de la tarde se derramó sobre las calles empapadas.
Por la noche separé las paginas y Marianne J Legato comenzó a hablarme de su padre, un medico de origen italiano que nada mas desembarcar en Norteamérica abrevió su apellido, Santo por el de Sam..., su hija comienza así este libro editado por Urano, en un formato sencillo, con la portada mostrando el torso de un hombre que sujeta un reloj de arena.
- Me llamo Sam...
Algo así debió decir ese futuro medico que sabia, ya a los seis años de edad que debería sobrevivir a toda costa en ese nuevo país y que ya parecía intuir que para hacerlo se debería integrar cuanto antes. También debió imaginar, por la educación que recibió y por sus propias observaciones que él debería formar una familia, mantenerla y luchar por ella por encima de cualquier circunstancia..., y esa es la idea central en la que se apoya su hija, la autora de este libro, para ofrecernos algunas respuestas a ese hecho que todos conocemos y sobre el que algunas vez nos hemos preguntado, ¿por qué los hombres morimos antes que las mujeres...?.
La doctora Legato comienza este libro casi en un tono de denuncia y también en un tono maternal y cariñoso hacia nosotros, hacia los hombres, en sus palabras los más valientes, los más abnegados, los más entregados y los más altruistas para con el mundo entero. Llama la atención a la sociedad sobre nuestra fragilidad biológica, pese a nuestra mayor envergadura, pese a nuestra masa muscular superior y de mayor velocidad de crecimiento que la de las mujeres..., somos más débiles, según Legato, al tiempo nos cuenta como algunas áreas cerebrales maduran a distintas velocidades en niños y niñas, sobretodo las encargadas de valorar las situaciones de tensión o peligro. En lo chicos tarda mas que en las chicas, por eso cuando se alcanza la adolescencia y se produce ese aumento de estatura, de masa muscular, de poderío físico..., los muchachos tienden a envalentonarse, a no ver el peligro mas evidente, a actuar por esos impulsos que coinciden con el aumento de testosterona..., una mixtura desgraciadamente mortal. Todos hemos visto o protagonizado alguna vez esas exhibiciones de temeridad bordo de motos o de coches, inclusive de peleas, de arranques de violencia destinada únicamente a magnificar nuestro ego ante ellas o ante nuestros amigos o enemigos.
Hay algunos investigadores que afirman que realmente fueron las mujeres las que eligieron y seleccionaron ese tipo de comportamiento dominante y agresivo, en nuestros ancestros, pero justo en el momento en que surge ese primer ancestro homo, que hoy por hoy es el Homo habilis, hasta ese momento, hace unos 2.8 millones de años, los grupos de primates no dependían de machos que les proporcionasen alimento o protección. Realmente se limitaban marcar un territorio de recolección, hasta ese momento cada miembro de los grupos se alimentaba por si mismo sin necesidad de que ningún macho recolectase para ellas, siempre hablando de primates y de una alimentación exclusivamente vegetariana.
Pero tras la fractura de la falla del Valle del Rift se produce una división geográfica infranqueable entre las distintas especies de primates arborícolas que ocupaban aquellas selvas impenetrables. Miles de años después, las familias que quedan expuestas a los vientos secos, a la ausencia de precipitaciones y a la aparición de la sabana..., evolucionan hacia el bipedismo, hacia nuestros ancestros directos y poco a poco se van formando clanes socialmente mas complejos, va surgiendo el lenguaje primitivo y creo que es en ese momento, aventuraría que hace unos 300.000 años comienzan a dividirse los papeles entre aquellos machos y hembras de Homo. Los bebes comienzan a nacer prematuramente y necesitan mas cuidados, las hembras dedican mas tiempo al cuidado y no pueden recolectar, en ese momento es cuando comienza a seleccionarse ese linaje de machos protectores, valientes y dominantes. Si quieren que sus hijos vivan deberán alimentar a las hembras mientras estas no puedan valerse..., el mas temerario cazará más, será admirado y obedecido..., aunque también morirá en alguno de esos lances pero dejando una progenie que contendrá sus genes.
La doctora Legato nos descubre unas informaciones estremecedoras sobre las condiciones intrauterinas de los fetos masculinos, ya desde el inicio de la gestación comienzan nuestras desventajas..., bueno yo he dicho gestación pero es que realmente se produce desde el mismo momento de la concepción, desde el momento en el que el brioso espermatozoide consigue fecundar el óvulo. La doctora Legato lo describe así: “En el momento de la ovulación no todos los óvulos, conocidos como ovocitos, están plenamente desarrollados. Lo mas curioso es que el espermatozoide portador de un cromosoma Y tiende más a fertilizar un óvulo imperfecto que el que lleva un cromosoma X (que dará lugar a un feto femenino). Los impetuosos espermatozoides con el cromosoma Y simplemente no tienen la capacidad para determinar cual es el óvulo mas sano y competente, en cambio los que llevan el X si que la tienen. Parte de la vulnerabilidad del embrión XY se debe por tanto al escaso criterio de un espermatozoide con un cromosoma Y que fertiliza indiscriminadamente a un óvulo imperfecto...”
Cuando leí esto no pude evitar reírme de mi mismo, de mi condición de chico y de esos tópicos que nos identifican como inconscientes y facilones.
Después de esta descripción el libro nos detalla en que se traduce esa falta de “juicio” del espermatozoide, mas preocupado en “meter” cabeza que en seleccionar..., y vuelvo a sonreír, no puedo evitar pensar en esos chistes que cuentan las mujeres sobre nosotros o en esas anécdotas inventadas, como esa de que ante la duda te quedas con la rubia tetuda.
Según la doctora las diferencias no terminan aquí, incluso antes de esa concepción ya estamos en desventaja, la información genética de los espermatozoides esta sometida a unos factores externos contaminantes que dificultan la duplicación y reparación del ADN, como consecuencia esa información genética corre un riesgo altísimo de ser incorrecta o de estar mal reparada cuando agentes tóxicos externos las afectan. El espermatozoide vive en un medio graso, el estado ideal para retener toxinas que afectaran a su ADN, mientras que los óvulos permanecen protegidos dentro del abdomen femenino y solo se exponen en cada ovulación.
En la pagina 40 comienza la exposición detallada de esas desventajas, cuando terminas de leerlas no puedes evitar soltar un suspiro y pensar, “ostras, estoy vivo de milagro...”.
- El sistema inmune de los niños es débil, incapaz de hacer frente a las infecciones intrauterinas que un feto femenino resuelve sin problemas.
- A veces, las madres desarrollan una curiosa alergia contra esos fetos masculinos, se inflama la placenta y aumentan los riesgos de abortar.
- La posibilidad de un desarrollo pulmonar incompleto o defectuoso es mucho mayor en los varones, los andrógenos masculinos retrasan y disminuyen la producción de surfacante, una sustancia que tapiza los pulmones y facilita el intercambio gaseoso. Eso no ocurre en las hembras.
- Los fetos femeninos suelen aumentar su ritmo cardiaco durante el parto, eso oxigena el cerebro y aumenta la posibilidad de supervivencia, los fetos masculinos tienden a enlentecerlo o a no acelerarlo y la posibilidades de falta de oxigeno en la sangre aumenta peligrosamente.
- Las mujeres que esperan un chico aumentan las posibilidades de desarrollar la diabetes llamada gestacional y curiosamente también aumentan los problemas de cordones umbilicales anudados alrededor del cuello del recién nacido.
- Existe una hormona llamada gonadotropina coriónica que gestiona la cantidad de sangre que recibe el útero y la placenta..., resulta que varia en función del sexo del bebé y durante el último trimestre de la gestación disminuye si es chico.
- También parece que el estrés que pueda sufrir madre gestante afecta de distinta manera al feto si es chico o chica. Si es varón se resiente y es posible que quede afectado de por vida, de manera que las situaciones de presión ejercerán mayor influencia negativa sobre él. Parece que los fetos femeninos reaccionan y se defienden de ese estrés gestante regulando la producción de hormonas des estrés desde sus glándulas suprarrenales.
Con esta presentación, Legato nos va poniendo sobre la senda de las diferencias biológicas entre hombre y mujer, más allá de los órganos sexuales, obviamente. Nos habla de una medicina de genero especifica para cada sexo y a partir de la exposición de las razones para esa diferenciación, la autora comienza a describirnos los distintos estadios del ser humano, desde la niñez, la adolescencia, la madurez..., todo contrastado y comparado por medio de estadísticas que en algún momento hacen perder el interés, el ritmo o la curiosidad despertada por el inicio del libro. También habla de las profesiones propias de los hombres, de las enfermedades o dolencias que acarrean y se recrea en una frase que según ella, describe perfectamente la actitud del hombre, del varón ante las enfermedades: “los hombres no lloran...”. Legato nos habla de su padre y de cómo ignoró la sangre en su orina hasta que el cáncer de vejiga terminó con su vida, una actitud típica de los varones, esconder el dolor, la depresión, la ansiedad..., hasta que es demasiado tarde.
En la parte final habla de nuestra vejez, de nuestro desequilibrante bajón de testosterona y sus consecuencias, de las osteoporosis que también padecemos y de las enfermedades coronarias, casi la principal causa de muerte masculina.
“Por que los hombres mueren antes” nos ayuda un poco mas a comprender nuestra fisiología y nuestras diferencias biológicas con las mujeres, nos dice que la forma de vida que elijamos va a ser determinante en nuestra longevidad, mas de lo que se creía hasta ahora..., lo que no dice es que, posiblemente esa diferencia de vida entre hombres y mujeres se irá igualando lentamente. Las mujeres están accediendo a trabajos hasta hace décadas vetados, las mujeres ya ocupan puestos importantes en empresas que las estresan tanto o mas que los hombres, deben de luchar mas por esos puestos de trabajo, sufren un mayor desgaste cuando se separan y quedan a cargo de los hijos o cuando simplemente desean tenerlos y criarlos ellas solas, también están practicando los mismos deportes de riesgo que los hombres, fuman y beben a edades mas tempranas y durante esa adolescencia también están demostrando temeridad y desprecio por el riesgo..., ellas se están poniendo a la altura de los hombres en todos los terrenos, por tanto sufrirán las mismas consecuencias..., aunque como dice Legato, como nos cuenta y demuestra, siempre jugarán con una ventaja biológica, quizás la naturaleza las hizo mas fuertes porque al fin y al cabo ellas reproducen la vida, nosotros tan solo fertilizamos, tan solo masculinizamos unas células para que continué la reproducción, el intercambio genético que garantice la variabilidad de las especies, de los individuos, la evolución de la vida hacia especimenes y sistemas cada vez mas complejos y dinámicos, mejor adaptados al entorno.
4 comentarios:
Vaya, vaya....que lectura tan interesante, Pedro, al menos, tal y como la has contado.
Tengo un hijo varón, del que tuve dos amenazas de aborto y diabetes gestacional.
Del segundo hijo, que no llegó a nacer, padecí grandes hemorragias a causa de "un agrandamiento de la placenta, como si tu cuerpo la rechazara"- dijo el doctor. No supe el sexo, no quise preguntarlo cuando lo parí...pero es posible que fuera varón, no?.
Bueno y para que todo no sea 1+1=2, yo nací con dos vueltas de cordón al cuello, negra como la tinta del calamar (cianótica) y juro por Snoopy que soy mujer.
Yo no sé por qué los hombres viven menos que las mujeres, pero si que depende mucho de la "calidad" de vida y una mujer sola (hoy cambian las tendencias) se sabía cuidar mejor que un hombre solo.
En fin..estupendo relato, me gustó.
Saluditos, Pedro.
Maria, me has puesto la piel de gallinacea..., dos vueltas del cordon..., pero mirate, si algo no te falta es oxigeno en esa mente brillante y aguda que posees.
Pues si Maria, según la doctora Legatto podría ser varón, habria podido serlo..., lo que está claro es que has demostrado ser la mejor madre que pudo tener tu Carlos, lo sacaste adelante, has pasado con él todo lo que me has contado y ahí lo ves, creciendo, ya casi mas alto que tu y pcoco a poco ejercitando sus alas.
Y mas besos, Maria...,joder, que babosillo me estoy volviendo.
Una vez leí no se donde (ya sabes que se me olvidan pronto las fuentes, jejeje) algo así:
"Dime como fue tu nacimiento y te diré como es tu vida".
Pues xiquet, no sé si esto será como lo que dice al Dra. Legatto, pero nací una noche de Enero, con dos vueltas al cuello, negra como un tizón y con la cabeza "deforme" del rato que pasé esperando para nacer. Al mes y poco tuve que quedarme sin la alimentación materna. Cuenta mi madre que fui bastante llorona, durante el día, pero una niña bastante ordenada para el resto. Dormía bien, comía bien. También tardé en caminar, aunque cuando me decidí lo hice corriendo, sin parar y hasta hoy.
Si tuviera que sacar alguna conclusión sería:
Dicen que soy fría, aunque acojedora. Hay momentos en los que la vida se me oscure demasiado. He tenido que salir adelante con mis propios medios. Tengo momentos de debilidad, pero sin sacar los pies del tiesto y aunque sopeso mucho las situaciones, cuando me decido, lo hago con todas sus consecuencias y sin mirar atrás.
¿Qué te parece, eh?. Ya con ésto y si me pongo puedo escribir un libro, jejeje. Anda, cuéntame como naciste tú y te hago una descripción de tu vida, jajaja.
Por cierto, Carlos ya es más alto que yo y no soy la mejor madre que pudo tener, soy la única...mejor o peor, pero la que le tocó.
Un saludo, Pedro.
Ahh por cierto, también tengo una teoría para lo del oxígeno.
Como me pasé parte de mi infancia "más tierna" llorando, creo que restablecí mis niveles de oxígeno, a base de tremendos suspiros. Eso sí, algunas veces creo que un exceso de oxígeno es el culpable de mis desvaríos, pero no son peligrosos...solo me da por hablar, escribir en el blog y en los comentarios de mis amigos, jaja.
Saluditos
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