La rueda delantera de la Bicipalo giró a derechas y el banco de arena surgió inesperadamente, el neumatico y sus pequeños tacos se hundieron entre los centenares de miles de granitos de rodeno pulverizado que comenzarón a desplazarse hacia un lado, a deslizarse sobre el fondo duro del charco relleno de sedimentos...., la Bicipalo cabeceó de delante, se removió como una culebra y mi neocortex enmudeció al tiempo que el cerebro primigenio enviaba ordenes a una velocidad vertiginosa, mas allá de mi consciente y de mi capacidad de razonar..., las neuronas se interconectaron y los impulsos nerviosos tiraron de mis musculos sin que yo fuese consciente. Mi pié se desencajó de la cala, mi torax se contorsionó y salimos del banco de arena con las pulsaciones aceleradas pero con una sonrisa iluminando mi rostro.
Todo habia ocurrido en decimas de segundo y continuaba pedaleando, no me habia caido y ni sabia como lo habia hecho, en el tiempo que dura un pestañeo, el cerebro primigenio habia tomado el mando y ese neocortex, altivo y digno, ese que razona y reflexiona, ese que es capaz de filosofar y de meditar, ese que nos hace humanos, ese que nos dota de una inteligencia sin igual en La Tierra, ese que es capaz de diseñar o de crear naves capaces de salir del planeta...., habia enmudecido, sus complejas conexiones y sus laureadas neuronas se habian callado, quizás sorpendidas ante la velocidad con que esas otras celulas nerviosas habian enviado las instrucciones a los haces musculares para equilibrar mi cuerpo y a la Bicipalo.
Continué sonriendo y sintiendome satisfecho y orgulloso por conservar todas esas estructuras cerebrales, las arcaicas y las modernas, de alguna forma, la historia del Planeta Azul estaba escrita entre mis circunvoluciones cerebrales.
Todo habia ocurrido en decimas de segundo y continuaba pedaleando, no me habia caido y ni sabia como lo habia hecho, en el tiempo que dura un pestañeo, el cerebro primigenio habia tomado el mando y ese neocortex, altivo y digno, ese que razona y reflexiona, ese que es capaz de filosofar y de meditar, ese que nos hace humanos, ese que nos dota de una inteligencia sin igual en La Tierra, ese que es capaz de diseñar o de crear naves capaces de salir del planeta...., habia enmudecido, sus complejas conexiones y sus laureadas neuronas se habian callado, quizás sorpendidas ante la velocidad con que esas otras celulas nerviosas habian enviado las instrucciones a los haces musculares para equilibrar mi cuerpo y a la Bicipalo.
Continué sonriendo y sintiendome satisfecho y orgulloso por conservar todas esas estructuras cerebrales, las arcaicas y las modernas, de alguna forma, la historia del Planeta Azul estaba escrita entre mis circunvoluciones cerebrales.