Ala Quebrada...., un vencejo que casi se arrancó el ala contra el cable anclado muy cerca de la junta de dilatación donde dcidió anidar, desde entonces,día tras día lo esquiva para poder alimentar a su polluelo.

domingo, 31 de marzo de 2013

LA SONRISA DE UNA AMAPOLA MORADA.




    Cuando desciendes con la bici de montaña por cualquiera de las pistas de la Sierra Calderona tan solo escuchas el rumor de los neumáticos, el choque de alguna piedra contra los tubos de la bici, el golpeteo de la cadena contra la vaina, el viento creando turbulencias en las orejas. Apenas si te fijas en lo que te rodea mientras los baches te sacuden los antebrazos, mientras las ruedas deslizan sobre las gravas y entre las piedras y mientras tus dedos presionan o aflojan las manetas de los frenos…, pero hoy descendía por el barranco de Potrillos mas despacio de lo habitual, tenía una cita, aunque no sabia si ella acudiría, en las dos ultimas primaveras no pude ncontrarla.
   Bajaba desde el Rincón de la Miseria y nada mas rebasar la fuente de Potrillos he girado a derechas, me he levantado y la Bicipalo se ha inclinado hacia delante dibujando el brusco desnivel de la pista, repleta de lomos de piedras y de surcos que cortaban su típica tierra roja, la misma tierra que descendía entre frondosos pinares y que serpenteaba repleta de estratos de rodeno emergiendo como costillas brutales.
   Me he dejado caer disfrutando del descenso, pero frenando más de lo habitual y empezando a echar miradas hacia los prados que se abrían a mi derecha. Las jaras florecían preciosas y sus colores como morados o fucsias añadían color a un paraje de verdes apagados, añadían luz y alegría a mi paseo.
    Los prados salvajes han quedado por detrás y han surgido los olivares abandonados, invadidos por un mar de hierbas muertas y grises que entristecían y apagaban los bancales olvidados, menos por ella, me miraba elevándose majestuosa y frágil entre ese océano de tallos muertos.
   Me ha sonreído y yo a ella…, por fin había acudido a la cita.









   
  

viernes, 22 de marzo de 2013

LOS COROS DEL BOSQUE.





  La manada y yo hemos amanecido tranquilos, escuchando los silvidos de los estorninos y el canto delicado de los mirlos, percibiendo la claridad del amanecer y viendo desde la cama las alargadas hojas  del eucalipto y la picuda copa del cedro.
   En el salón comedor las cortinas estaban echadas, madre tiene verdadera obsesión por echar las cortinas cuando ahí fuera llega la noche, se siente inquieta, se siente observada por la oscuridad del campo y me ruega que eche las cortinas, me recuerda a Neville  blindando las ventanas cuando llegaba el crepúsculo de la humanidad.
  Pero ya ha amanecido, abro las cortinas y sonrio a la luz, la noche ya no está.
  Me preparo el café bajo la mirada atenta de Mía, que se ha sentado a la mesa y que en un descuido me ha robado el ultimo pedazo de bizcocho. Me pregunto si ella también tomaria café, si algun día terminaré con toda la manada sentada alrededor de la mesa, es posible.

                                                             
   Salimos a dar el paseo, la manada trota y yo percibo una calma increible, no escucho sonidos producidos por humanos, tan solo mis pisadas sobre la tierra y a los pajarillos que cantan, que lanzan sus trinos delicados y armoniosos, alegres y dichosos.
  Soy capaz de distinguir la monótona llamada de la abubilla, la algarabia poco talentosa de los gorriones, las roncas conversaciones de las urracas y las melodias de esas otras avecillas que veo y escucho pero que no soy capaz de identificar, pero al jilguero si, al jilguero lo reconozco facilmente.
  Seguimos dando el paseo, disfrutando de esos coros hasta que reconozco las llamadas de las ultimas aves nocturnas, una charla entre autillos y mochuelos, unas llamadas que poco se parecen a los cantos de las avecillas ilusionadas con la primavera.
   Unas voces inquietantes que surgen desde esa espesura a la que siempre miro convencido de que alberga ojos amarillos que también me observan


 


Pero el momento tan solo dura unos instantes, incluso creo que Piper y Cecil los escuchan, hasta Piper se gira hacia mi como preguntando que son esas voces como chillidos que inevitablemente le recuerdan a la noche..., esa misma noche que también inquieta a mamá y que por eso me pide que eche las cortinas cuando el sol muere. Cuando las aves abandonan la espesura con sus vuelos mudos y silenciosos y las avecillas cantoras se refugian bajo el alero de la terraza, entre las ramas del jazmin o en las rejas de las ventanas.
  Yo me guarezco bajo las mantas y sonrio si oigo la sutil y misteriosa llamada de la lechuza, trato de dormir y deseo que la luz me despierte lentamente, deseo poder volver a ver las hojas del eucalipto y la picuda copa del cedro.  

sábado, 16 de marzo de 2013

PRIMAVERA, LIRIOS Y VENCEJOS.

   
 


 Hoy pedaleaba con brio y me sentía ligero, tanto que cuando he alcanzado el desvio que me llevaba por ese camino nuevo y hacia un nuevo mundo, he decidido ir por donde siempre y enfrentarme a la pedrera, a ese pequeño tramo roto y pedregoso que más de una vez obliga a echar pie a tierra.
  La suspension delantera se ha hundido con las primeras lajas de piedras, despues el amortiguador trasero también se ha hundido dibujando las aristas de la piedra y he remontado el tramo sonriendo y pensando ya en los lirios, Jesus me lo dijo la semana pasada, cuando me visitó en las llamadas Tierras Altas junto a sus dos hijas, Vega y Blanca.
   - Ya he visto tus lirios -me dijo, al tiempo que me entregaba un regalo envuelto en papel de regalos para niños.
  Durante unos instantes me sentí confundido y ante los ojos de las niñas volví a abrazarme a Jesús al decubrir un ejemplar de "Soy leyenda", con dedicatoria del propio Jesús.



     Confiaba en las palabras de Jesus, aunque yo ya los habia visto dos semanas atrás, pero habian sido demasiado valientes y brotaron débiles y paliduchos, de un azul desteñido.
  Pero los de esta mañana habían florecido blancos y vivos, lozanos, alegres. Me esperaban en la curva de siempre, entre los taludes de roca gris, entre los tomillos también en flor.






            Poco a poco los ciclos naturales se van cumpliendo, los lirios ya están aquí, ahora solo faltan ellos...., los vencejos. A partir de la semana que viene empezaré a levantar los ojos hacia el cielo, buscaré entre las nubes, les buscaré en esas alturas donde viven y duermen ajenos por completo a sapiens...,incluso ajenos a ese homo que todos los años les cuelga unos nidos con la infantil esperanza de que alguno de esos vencejos le elija a él.                          
  

sábado, 9 de marzo de 2013

UNA LLUVIA LUMINOSA.



                                                                                


  Al salir de Valencia con la ranchera eché un vistazo al cielo y sentí cierta angustia y algo de tristeza al ver como la nube ocultaba el sol. La tarde perdía su luminosidad y empezaba a llover sobre la tierra y sobre la Sierra Caderona, sobre mis ropas y sobre los pelajes de Mia y de Nortón.
     Una lluvia debil  que empezó a jugar con mis sentimientos y que igual me hacia sentir escalofrios que me hacia sonreir cuando entre sus gotas asomaba el sol, cuando otra nube corria a ocultar la luz y cuando después escapaba dejando que el sol vespertino atravesase esas gotas de lluvia para convertirse en un precioso arco de colores.
   Norton y Mía corrían bajo él y yo volvía a sonreir al verles dar la vuelta al algarrobo y enfilar hacia donde yo estaba. Volvió a repetirse la escena que tanto me inspiró mientras escribia sobre los perros flacos. Norton me pasó rozando y pude escuchar el golpeteo de sus almohadillas, después saltó el charco limpiamente y tan solo se desprendieron algunas gotas que apenas si distorsionaron el reflejo del pinar.
                                                  

                                                   
   La lluvia duró poco, lo suficiente para volver a hacerme sonreir y para poder disfrutar de ese momento, tan hermoso como el que me esperaba hoy, cuando la Bicipalo y yo hemos remontado por el barranco de Vigueta.
   La Caderona murmuraba derramando el agua que durante esta semana habia caido sobre ella, el riachuelo gorgojeaba y sus burbujeos trepaban por las lajas de rodeno y se extendían por la garganta del barranco, por la pista rojiza y humeda. Era un sonido precioso, tan natural que me ha relajado, que me ha hipnotizado y que ha desenterrado el instinto ancestral de la vida. 
  El sonido del agua resbalando era sinonimo de vida, el sonido del agua corriendo decidía donde asentarse, donde vivir, donde prosperar. Movia a la felicidad, a la dicha y la sonrisa que nuestros ancestros descubrían en esas aguas cristalinas después de saciar su sed.

                                                  

  He bebido agua en la Font del Marge, he disfrutado de la calma, del momento, de los enormes eucaliptos, incluso he esperado a escuchar el repiqueteo de algun picapinos pero ya era mucho pedir para un día en el que incluso he visto a las nubes como con vida propia, como si les pudiese preguntar, como si fuesen manadas de ungulados en eterna migración.
   Estaban hermosas, allí en los horizontes, por encima de unos pinares que llenaban de polen verde la límpida atmósfera.
 

                                                                          






lunes, 4 de marzo de 2013

"SOY LEYENDA"...., una vida de pelicula.









  Hace tiempo que publiqué un post titulado  "Las peliculas que vi junto a mi padre", muchas de esas pelicualas marcaron mi infancia, incluso mi adolescencia. 
   Papá y yo soliamos ir al cine, junto a él vi "Terminator" o "La selva blanca", pero ya sabeis que papá murió y ya no puedo ver peliculas junto a él y ni voy al cine. Me he dado cuenta de que lentamente me he ido encerrando en mi mundo, sobre todo los fines de semana, tan solo salgo con mis perros, a veces gruño como ellos y meo como ellos, donde me apetece y sin esconderme.
  He pasado muchos fines de semana a solas ahí en las llamadas Tierras Altas, con los perros y ahora que he terminado con los perros flacos soy capaz de ver la tele, e incluso alguna pelicula. La ultima fue "Soy leyenda" y me sentí tan identificado que cada dos por tres, los fotogramas del film acuden a mi mente sin que yo los llame.
 Soy consciente de que ya no veo las peliculas como antes, he observado que mi mente interpreta las secuencias de una forma muy intima y personal, de una forma tan especial y particular que tan solo yo comprendo.
    La pelicula me encantó y disfruté de algunos fotogramas que a mi me parecieron magistrales...., y puede que me encantó por la brutal soledad que envuelve al protagonista, tan solo acompañado por su pastora alemana Samanta
   Pero pese a esa atroz soledad del doctor, él siente la necesidad de hablar, de emitir sus mensajes y de hablar con Samanta y con los maniquies que el ha colocado como conocidos, como amigos que nunca le fallan y con los que siempre habla, tiene que hablar porque esa capacidad nos hizo humanos, la riqueza y brillantez de nuestra forma de comunicarnos creó la sociedad tal como la conocemos y de la que él forma parte..., por eso el doctor siempre habla, sabe que cuando deje de hacerlo será el final.
    Incluso hablará con el mutante cuando, en la mejor escena de la pelicula, el doctor ve como embiste obstinadamente la mampara del laboratorio Verá como ese ser despojado de toda humanidad se lanza una y otra vez  contra el cristal blindado hasta que comienza a resquebrajarlo. Las grietas serpentean hasta formar las alas de una mariposa, en ese momento el doctor pierde la noción del momento y recuerda a su familia.


 Son los efectos de la soledad, del aislamiento, de la falta de comunicación con otros humanos, de la creación de un mundo a la medida de ese vacio emocional.
  Otros momentos geniales del filme son cuando el doctor y Samanta corren juntos en una cinta, el hombre se aproxima al animal y el animal se humaniza. Si no hay otros humanos, homo parece volverse hacia la naturaleza, hacia sus seres, porque aunque no sean como él también albergan emociones, siempre puras, siempre claras.
   Cuando llega la noche el protagonista asegura las ventanas con planchas de acero..., es el miedo atavico a la noche, es el miedo a dormir y a ser vulnerable, el miedo a dormir y no despertar.

                                                   





   Pero la luz del día anuncia laVida y juntos salen a pasear, a buscar comida o a lanzar pelotas de glof antes las ruinas de los puentes, son los caminos cortados, es la expresión fisica del aislamiento, son los caminos sin retorno.
   Pienso mucho en "Soy leyenda"...., incluso a veces llego a creer que yo también soy leyenda.   






domingo, 3 de marzo de 2013

UNA SENDA DESCONOCIDA Y UNAS MONTAÑAS DISTINTAS.





    Ascendia por la estrecha pista que serpenteaba entre una Sierra Calderona empeñada en volcarse sobre ella, en estrecharla, en volver a poblarla con sus arbustos, con sus romeros y con sus coscojas, con sus matas de esparto y con sus lajas grises. Empeñada en resquebrajar la pista entre profundos surcos y entre estratos de piedra gris que poco a poco empezaban a surgir ante la rueda delantera de la Bicipalo. Entonces he tratado de despistar a esa serranía que se preparaba para verme deslomarme sobre la pedrera..., pero la he sorprendido y con un volantazo me he ido por un camino que jamás habia explorado y que siempre había estado ahí.
  La Calderona me ha observado sorprendida, era la primera vez que me veía salirme de mis caminos, de mis pistas, de mis rutas, era la primera vez que me veía explorar nuevos derroteros desde hacía muchos años.
  Y al poco rato he dejado de dar pedales lentamente, hasta echar pie a tierra, hasta percibir el silencio melodiosamente compartido con el canto de una alondra y contra el resonar de una yegua que trotaba valle abajo. He mirado a mi alrededor y me he encontrado con unas montañas distintas, con una serranía diferente con tan solo haberme desviado un centenar de metros de mis rutas habituales.
  Todo me parecia nuevo y mas denso..., durante unos minutos he estado parado, escuhando las voces de unos senderistas que se movían por la pista que sube desde el Pla de Lucas, en Porta Coeli, sintiendo la calma del día y llegando al convencimiento de que tan solo con mirar de otra forma, de que tan solo con escuchar a nuestro alrededor, de que tan solo mirar con otros ojos y de percibir con otros ánimos podriamos descubrir otra forma de vivir y de sentir